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lunes, 9 de mayo de 2011

Teoria de la Comunicación

Teoria de la comunicacion

Gregory Bateson

Antropólogo, científico social, lingüista y cibernético interesado en el estudio del control y comunicación en los sistemas complejos: organismos vivos, máquinas y organizaciones.Nace en Estados Unidos en 1904 y muere en San Francisco en 1980. Adquirió su formación en la universidad de Cambridge en el área de antropología social y cibernética dónde aplicó a la psiquiatría los principios de la teoría de la comunicación.Este científico angloestadounidense es conocido por el desarrollo de la teoría del doble vínculo de la esquizofrenia, junto con uno de los líderes en teoría de la comunicación, Paul Watzlawick, su colega en el Mental Research Intitute de Palo Alto, y por ser el esposo de la prestigiosa antropóloga Margaret Mead.
Sus investigaciones y reflexiones abarcaron áreas tan variadas como: antropología, etnología, teoría del aprendizaje, psicología anormal, cibernética, teoría de sistemas, lógica, epistemología, entre otras. 


Bateson y el modelo comunicativo de Palo Alto

La cibenética nace con Norbert Wiener durante la Segunda Guerra Mundial, a partir del problema de automatizar la conducta de tiro de los cañones antiaéreos. Un tema que en principio parece tan alejado de nuestros intereses dio luz sin embargo a un concepto fundamental: el feedback o retroalimentación. Wiener postuló como forma de regulación de la conducta, en pos de los objetivos prefijados, la modificación que se da a partir de la información que se recibe acerca de los efectos que ha tenido la conducta anterior del actor. En su caso, si el cañón está informado de la distancia entre el avión y la explosión de sus obuses, puede ir acercándose progresivamente hasta abatirlo. Este modelo, de carácter esencialmente circular, se contrapone al modelo lineal de la teoría informacional. Wiener sugirió que el principio del feedback subyacía en un sinnúmero de sistemas diferentes, no sólo mecánicos. Por ello propuso los postulados de una nueva ciencia que estudiaría el “control y la comunicación en el animal y la máquina”, tal como rezaba el subtítulo de su libro Cibernética, de 1948. Otro aspecto en común de los investigadores en cuestión es la comprensión de la comunicación como un proceso complejo que discurre a través de múltiples niveles integrados entre sí.
La comunicación se concibe como un sistema de canales múltiples en el que el actor social participa en todo momento, tanto si lo desea como si no; por sus gestos, su mirada, su silencio e incluso su ausencia… En su calidad de miembro de una cierta cultura, forma parte de la comunicación, como el músico forma parte de la orquesta. Pero en esta vasta orquesta cultural no hay director ni partitura. Cada uno toca poniéndose de acuerdo con el otro. Sólo un observador exterior, es decir un investigador de la comunicación, puede elaborar progresivamente una partitura escrita, que sin duda se revelará altamente compleja.
Como se desprende de la cita, la alusión a la metáfora de la orquesta, en contraposición a la del tubo -o al decir de Winkin, del telégrafo- implica, además de la simultaneidad de múltiples canales, la existencia de una partitura. Este es otro punto en común importante: la premisa de que la comunicación humana se guía por una serie de normas o reglas de interacción que regulan todos los aspectos involucrados. No sólo debe considerarse una gramática del lenguaje, sino también gramáticas paralingüísticas, gestuales, espaciales, etc. Así como los lingüistas buscan los sonidos que -entre los cientos capaces de producir el aparato fonador humano- escoge una cultura para construir el lenguaje, así también es imperioso plantearse la siguiente pregunta: “¿cuáles son, entre los millares de comportamientos corporalmente posibles, los que retiene la cultura para constituir conjuntos significativos?”. Es necesario aclarar que no debe entenderse que estas gramáticas corporales (en sentido amplio) son conscientes para los actores. Como afirmará Gregory Bateson: “para nosotros resulta evidente que la mayoría de los procesos mentales (comprendidos en particular los mismos procesos de percepción) no pueden ser controlados por la conciencia”. Tanto el aprendizaje de estacompetencia comunicativa como su utilización cotidiana son en gran medida inconscientes. Finalmente, como se verá, la comprensión de los actos comunicativos es indisoluble del contexto en que se desarrollan, por lo que estas investigaciones dan en el centro de las críticas que recibe el modelo shannoniano. No es posible incluso establecer una taxonomía de la competencia comunicativa que no la refiera a su utilización concreta, como demostrará el fracaso de Ray Birdwhistell para establecer una jerarquía clara de los gestos corporales y una clasificación de los mismos de acuerdo a su supuesto significado.

De la esquizofrenia a una teoría general de la comunicación

Mencionamos en el punto anterior que el modelo de comunicación que nos ocupa se fue conformando a partir de matrices disciplinarias diversas. Pues bien, uno de los campos a partir de los cuales se va conformando esta teoría es la búsqueda de explicación para algunas psicopatologías, especialmente la esquizofrenia. Gregory Bateson se dedica a este problema a lo largo de la década del ’50, utilizando un marco teórico al que se lo puede acusar de eclecticismo. Por un lado Bateson aplica los postulados de la cibernética de Wiener, en la que encuentra una respuesta a las cuestiones pendientes de sus estudios antropológicos de la década del ’30. A partir de investigaciones realizadas en Nueva Guinea, Bateson había formulado el concepto de cismogénesis, por el que entiende la génesis de un cisma en el seno de un sistema social. Distingue así entre una cismogénesis simétrica, cuando los interactuantes responden con actitudes similares (presentes con presentes, insultos con insultos) y una cismogénesis complementaria, en que los interactuantes asumen papeles del tipo sadismo/masoquismo, dominador/sumisión, exhibicionismo/voyeurismo. Este concepto, si bien supone una brillante intuición por parte de Bateson, no alcanza a explicar las razones de la estabilidad o crisis de un sistema. El aporte de la cibernética supone una forma más simple y clara de conceptualización, ya que la idea del feedback negativo puede explicar cómo un sistema alcanza el equilibrio a partir de una serie de autocorreciones sucesivas. Como este concepto va a ser aplicado posteriormente por Watzlawick a la interacción grupal y familiar, nos parece importante detenernos un poco en él. Básicamente, existen dos formas diferentes de feedback, el positivo y el negativo. En el primer caso, las posiciones de los interactuantes son cada vez más distantes a medida que pasa el tiempo, ya que se alejan progresivamente. En el segundo, la respuesta de cada interactuante es utilizada por el otro para acercar su posición. De este último tipo es el feedback que preocupaba a Wiener para sus cañones antiaéreos. Respecto al feedback positivo se pueden pensar ejemplos como la caída de las acciones de una empresa en la Bolsa (empiezan a venderse y por lo tanto su precio baja, lo que hace que sus poseedores se desprendan de ellas y el precio baja más todavía, en una espiral creciente) o la especialización del conocimiento y de las profesiones (más gente se incorpora al proceso de producción de conocimiento, éste se especializa, la especialización favorece dedicarse a temas más específicos, y así de manera creciente). Además del concepto de feedback, una constante de la conceptualización de Bateson es su insistencia en que la comunicación se da en múltiples niveles lógicos. La teoría de los tipos lógicos de Russell es un marco teórico ilustrativo, aunque no explica el funcionamiento de la comunicación real, sino que más bien alerta acerca de sus complejidades. De hecho “es mala historia natural esperar que los procesos mentales y los hábitos de comunicación de los mamíferos se adecuen al ideal del lógico” Russell estaba preocupado por las paradojas lingüísticas del tipo que sigue: Todos los cretenses son mentirosos (Epimenides). Veamos esta paradoja más detenidamente: si la afirmación es cierta, entonces todos los cretenses mienten; siendo Epiménides un cretense, también él ha de mentir, y por lo tanto los cretenses dicen la verdad. Mientras que si la afirmación es falsa, esto quiere decir que los cretenses dicen la verdad, algo que abarca también los dichos de Epiménides, por lo que los cretenses mienten. O sea que si la afirmación es cierta es falsa y si es falsa es cierta. A esto se suele llamar justamente una paradoja. Considérese los siguiente y muy conocidos acertijos:
1.                Un barbero de un pueblo pequeño afeita la barba de todos los hombres del pueblo que no se afeitan a sí mismos ¿el barbero afeita su barba o no lo hace?
2.                Un rey había promulgado una ley según la cual todo forastero que llegase a su Estado debía declarar el auténtico motivo de su entrada en el reino. Aquellos que no dijeran la verdad serían ahorcados. Esto hizo que arribara allí un sofista que declaró que el auténtico motivo de su visita era ser ahorcado en virtud de aquella ley. Luego ¿debe ser ahorcado o no el sofista?
Para Russell estas paradojas se forman cuando se confunden tipos lógicos diferentes. La premisa central de su teoría es que una clase no puede ser miembro de sí misma, es decir que no han de mezclarse los objetos de una clase con los rótulos que la designan. En un acercamiento primario esto es evidente: el rótulo “reloj” designa a todos los objetos que son relojes, pero no es él mismo un reloj. Ahora bien, al interior del lenguaje debe operar la misma diferenciación de niveles o tipos lógicos. En la paradoja de Epiménides, la ocurrencia “cretenses” aparece por una parte designando a un miembro de la clase (Epiménides) y por la otra a la clase misma. Por su parte el barbero es en un momento miembro de la clase de hombres y en otro la clase misma. El nivel de la clase es un metanivel, ya que designa o comenta al conjunto de la clase. Es claro que este tipo de acertijos parecen muy alejados de la comunicación “real”, pero Bateson y la Escuela de Palo Alto demostrarán que no lo están en absoluto. Bateson distingue al menos tres niveles lógicos diferentes en la comunicación (aunque éstos son teóricamente ilimitados). Un primer nivel es el denotativo (“el gato está sobre el felpudo”), un segundo nivel es el metalingüístico7 (“El sonido verbal «cat» representa cualquier miembro de una clase tal y cual de objetos”) y un tercer nivel que llama metacomunicativo (“Esto es juego”). Estos tres niveles son asimilables a los tipos lógicos russellianos y, según el principal axioma de esta teoría, los miembros de una clase no deben formar parte de la misma, o surgen paradojas lingüísticas. Para Bateson esta diferenciación absoluta de niveles es imposible en la comunicación, por lo cual las paradojas asechan permanentemente a la misma. Veamos el siguiente chiste:
En Sicilia, un chico le cuenta a su madre:
- Mami, en el colegio me dicen mafioso
- Bueno hijo, yo iré mañana a arreglar eso
- Bueno, pero que parezca un accidente
Lo gracioso de este chiste (y de la inmensa mayoría de los chistes) es que una situación que aparenta ser de un tipo, se demuestra de uno muy distinto. Ahora bien, lo que hay atrás de esto es que la comunicación ha de estar rotulada de alguna manera, ya que un mismo enunciado (“iré mañana a arreglar eso”) puede tener sentidos muy diversos, algunos esperables otros inesperados. Es decir que debe haber una manera de indicar un metanivel, o sea una metacomunicación. Estas características de la comunicación no son privativas del género humano, sino comunes a todos los mamíferos superiores. La actividad que da la clave es el juego, es decir una conducta que no es distinguible de otras como el combate que son sin embargo claramente distintas en su significación. Los animales deben poseer alguna forma de metacomunicar para poder jugar, es decir de definir la relación como juego. Recuérdese la sucesión de acciones (tics/guiñadas/parodias/ensayos) que describe magistralmente Clifford Geertz. La observación de lo “visible” no permite dar cuenta de lo que aquí ocurre, ya que lo que se denotaría es similar. De hecho, Bateson sugiere que los mensajes intercambiados en el juego denotan acciones que son las que precisamente no existen, y por eso no son tomados en serio. Lo que debe introducirse como noción explicativa es que los mensajes metacomunicativos establecen marcos psicológicos, concepto que se desprende de la teoría de conjuntos. Los marcos operan en forma similar a un marco físico, es decir que indican dónde termina el cuadro y empieza la pared, o sea que limitan o recortan como admisibles un determinado conjunto de mensajes en la interacción. El marco interviene en la evaluación de los mensajes que contiene, o no hace más que ayudar a la mente en la comprensión de los mensajes contenidos, recordando al pensador que esos mensajes tienen pertinencia recíproca y que los mensajes que están fuera del marco pueden ignorarse.En este sentido, un marco es metacomunicativo y es una indicación necesaria para la comprensión de los mensajes que el marco contiene. La esquizofrenia es un lugar especialmente apropiado para estudiar la existencia y utilización de niveles de mensajes diferentes, ya que para Bateson justamente la dificultad o imposibilidad de rotular el tipo de mensaje -es decir metacomunicar- es lo que constituye la particularidad de la enfermedad. Es corriente afirmar que los esquizofrénicos tienen “un yo débil”. Por mi parte, definiré esa debilidad como una perturbación que impide identificar e interpretar aquellas señales que deberían servir para decir al sujeto qué clase de mensaje es un mensaje por él recibido,e s decir una perturbación en la interpretación de señales que son del mismo tipo lógico que la señal “Esto es juego”.
La esquizofrenia, así, es una patología de la comunicación y su origen debe buscarse en los vínculos de comunicación establecidos por el individuo. Como afirma Bateson, el esquizofrénico “tiene que vivir en un universo donde las secuencias de acontecimientos sean tales que sus hábitos comunicacionales desusados resulten adecuados de alguna manera”. Bateson esgrime así su teoría del doble vínculo: es un hecho evidente que los seres humanos emplean el contexto como guía para la discriminación de los modos [de comunicación]. Por consiguiente, debemos buscar no una experiencia traumática específica en la etiología infantil, sino patrones secuenciales característicos.  La hipótesis del doble vínculo postula que ese patrón característico que puede originar la esquizofrenia, ha de contener los siguientes ingredientes:
1.                Dos o más personas. El caso típico es la díada madre-hijo, pero el rol de la madre puede ser cumplido por otra persona o por un complejo de varios individuos (en al situación familiar madre, padre y hermanos)
2.                Experiencia repetida. La comunicación “desmarcada” que es característica del doble vínculo no debe ser excepcional en el sistema familiar, sino una experiencia permanente.
3.                Un mandato primario negativo. Ejemplo: “No hagas esto, o te castigaré” o “Si haces esto, te castigaré”
4.                Un mandato secundario que está en conflicto con el primero en un nivel más abstracto y que, al igual que el primero, está reforzado por castigos o señales que anuncian un peligro para la supervivencia. Bateson concede que no es tan fácil dar un ejemplo prototípico de este segundo mandato, en parte porque se trasmite habitualmente por vías no verbales, en parte porque adquiere una multitud de formas variables.
5.                un mandato negativo terciario que prohibe a la víctima escapar del campo, aunque si se tarta de la etiología de una enfermedad mental de origen infantil, es evidente que la misma supervivencia del niño le impide escapar del campo.
Lo esencial de la comunicación patológica es la confusión de niveles de comunicación, pero esta no es una característica que se restrinja a la situación de enfermedad. En realidad, la paradoja es connatural a la misma comunicación. Esto ya lo había observado Bateson, pero lo explica más claramente Watzlawick. Muchas paradojas de la interacción son derivadas de la paradoja “Sé espontáneo”. Es, por ejemplo, el caso de la madre que quiere que su hijo estudie, pero en realidad quiere “que él mismo quiera estudiar”. Este tipo de enunciado es generador de paradojas: el deseo es por definición algo espontáneo; si el hijo estudia a partir del pedido materno, ya no es posible discriminar si lo hace porque lo quiere o por consentir a su madre, caso en el cual no está obedeciéndola, aunque estudie.  Veamos el siguiente caso, que llamamos “El juego de «Vos no me querés lo suficiente»”
Ella - ¡Vos no me querés lo suficiente!
El - ¿Por qué me decís eso?
Ella - Porque si me quisieras, me regalarías flores. Vos sabés lo que a mí me gustan las flores…
El - Bueno, tenés razón. Esperá que voy hasta la florería, te compro unas rosas y te las regalo.
Ella - ¡Ah, no! Ahora no quiero, porque tuve que decírtelo yo. Y esto tiene valor sólo si sale de vos…
Una vez iniciado el juego, el deseo de ella es imposible de subsanar, ya que si él le regala flores, siempre quedará como duda en qué medida lo está haciendo porque quiere o como cumplimiento de un mandato externo, con lo cual la acción queda invalidada. No sólo es mala historia natural sugerir que la gente puede o debe obedecer a la teoría de los tipos lógicos en sus comunicaciones; su incapacidad para hacerlo no se debe sólo al descuido o la ignorancia. Lo que pensamos, más bien, es que las paradojas de la abstracción tienen que hacerse presentes toda comunicación más compleja que la de las señales de estado de ánimo, y que sin estas paradojas la evolución de la comunicación se detendría. la vida sería entonces un interminable intercambio de mensajes estilizados, un juego con reglas rígidas, sin el alivio del cambio o del humor.
Watzlawick analiza una serie de casos en los que esta paradoja aparece, desde las intenciones de reencausamiento de quienes han incurrido en conductas delictivas (en donde el deseo de rectificar la propia vida debe ser espontáneo, pero al mismo tiempo es evaluado) hasta la formación de los psicoanalistas (en donde como parte de su proceso se psicoanalizan, situación en la que se espera que confíen en el terapeuta, pero éste a la vez tiene la capacidad de recomendar la aprobación o no del alumno). De hecho, parafraseando a Goffman, parece que la paradoja es la normalidad y la comunicación exenta de ella la excepción. Como se explica más adelante, una comunicación es siempre una comunicación sobre uno mismo, sobre el modo en que uno se ve y ve la relación, lo que debe ser confirmado por el otro. Ya que nos sentimos reales tan sólo en la medida en que alguien con importancia para nosotros confirma o ratifica nuestra propia imagen, y ya que tal ratificación tan sólo servirá al propósito si es espontánea, únicamente un caso ideal de interrelación humana puede estar libre de paradoja.

La sistematización de Watzlawick

Tal vez un punto de partida para e comentario sea el enfrentamiento explícito con el psicoanálisis, o los marcos psicodinámicos, como Watzlawick lo llama. Los puntos de diferenciación serían la incapacidad del psicoanálisis para abarcar el contexto de interacción, al centrarse exclusivamente en el individuo. Tal vez cierto resabio conductista (aunque más adelante se plantearán deslindes específicos con el conductismo): Si a una persona que exhibe una conducta alterada (psicopatológica) se la estudia en aislamiento, entonces la investigación debe ocuparse de la naturaleza de su estado y, en un sentido más amplio, de la naturaleza de la mente humana. Si los límites de la investigación se amplían con el propósito de incluir los efectos de esa conducta sobre los demás, las reacciones de estos últimos frente a aquellas y el contexto en que todo ello tiene lugar, entonces el foco de atención se desplza desde la mónada artificialmente aislada hacia la relación entre las partes de un sistema más amplio. El observador de la conducta humana, entonces, pasa de un estudio deductivo de la mente al estudio de las manifestaciones observables de la relación.
El vehículo de tales manifestaciones es la comunicación 
·                         la concentración en el pasado y en la memoria. Ante esto, la pragmática de la comunicación preferirá un eje sincrónico. Watzlawick no se cansa de repetir que el objetivo no es el responder al por qué de una conducta, sino al para qué. Recurrir a los hechos pasados como explicación de la conducta presente sólo tiene validez como forma de llenar los vacíos de información actuales: “para un observador que está en posesión de toda l información necesaria, cualquier referencia al pasado y, por ende, a la existencia de una memoria en el sistema, es innecesaria” .
El observador (en el marco clínico de Watzlawick, el terapeuta) puede llegar a identificar las configuraciones de un patrón de comunicación en un sistema interpersonal, a partir de la observación de las redundancias estructurales. La analogía del juego de ajedrez semuestra válida. Si una persona que desconociera el juego se dedicara a observar partidas de ajedrez, incapacitado de comunicarse con los jugadores, podría -al cabo de algunas partidas- enunciar con bastante acierto las reglas que rigen el juego. Algunas son más sencillas, tales como la alternación de movimientos; otras presentan más grado de dificultad, por ser menos frecuentes (comer un peón al paso, el enroque). Asociado al conocimiento de las reglas que va teniendo el observador, está su capacidad de predicción, al menos en lo que hace al tipo de jugadas posibles o imposibles. Y todo esto, sin que sea necesario desentrañar las motivaciones de los jugadores. Por ello mismo: ¿Significa esto que el observador ha «explicado» la conducta de los jugadores? Preferiríamos decir que ha identificado una configuración compleja de redundancias. De hecho, el conocimiento de los motivos de una conducta (en terminología freudiana, el desentrañamiento del trauma que da origen a la sintomatología actual) no resulta en este marco necesario: Ese acto de conducta a puede deberse a un aumento de sueldo, al complejo de Edipo, al alcohol o a una tormenta de granizo, y todos los argumentos relativos a cuál de las razones es «realmente» válida se parecen a una controversia escolástica sobre el sexo de los ángeles. La conducta humana debe asumirse desde el concepto de caja negra, es decir analizarse desde sus inputs y outputs, sin que sea menester adentrase en los procesos internos de transformación energética: “no es necesario recurrir a ninguna hipótesis intrapsíquica imposible de verificar e última instancia, y es posible limitarse a las relaciones observables entre entradas y salidas, esto es, a la comunicación“. Obviamente, el acento puesto en la comunicación como forma de relacionamiento y de constitución de la personalidad, al punto de entender a algunas enfermedades mentales como patologías de la comunicación, es lo que vuelve particularmente interesante para nosotros el marco de análisis de Watzlawick y la Escuela de Palo Alto.
Algunas aclaraciones terminológicas: seguiremos denominando simplemente “comunicación” al aspecto pragmático de la teoría de la comunicación humana [...] Se llamará mensaje a cualquier unidad comunicacional singular, o bien se hablará de una comunicación cuando no existan posibilidades de confusión. Una serie de mensajes intercambiados entre personas recibirá el nombre de interacción [...] agregaremos pautas de interacción, que constituyen una unidad de un nivel aún más elevado en la comunicación humana. 
Axiomas exploratorios de la comunicación
El marco teórico general de la pragmática de la comunicación queda formulado en una serie de axiomas, a saber:

1. Imposibilidad de no comunicar.

si se acepta que toda conducta en una situación de interacción tiene un valor de mensaje, es decir, es comunicación, se deduce que por mucho que uno lo intente, no puede dejar de comunicar 
Este axioma tiene un valor fundamental, aunque resulta discutible en su amplitud. Para la Escuela de Palo Alto, comunicación y conducta son sinónimos, y, dado que en un organismo vivo no existe nada que pueda asimilarse a la no conducta, igualmente imposible es la no comunicación. Aún cuando una persona no quiera establecer una comunicación con otra (con un extraño en un tren, por ejemplo) su conducta deberá trasmitir ese mismo mensaje: “no quiero comunicarme con Ud.” y será, por lo tanto, comunicación. 

2. Niveles de contenido y relación de la comunicación.

Toda comunicación se da en múltiples niveles, lo que puede asimilarse al hecho las funciones del lenguaje sean varias. Toda comunicación trasmite un contenido, pero también define (o propone) una relación. Si me dirijo a otra persona y le digo “Tráigame un café”, estoy diciendo algo respecto al contenido (función referencial), a saber lo que deviene del uso del verbo traer y lo que es aceptado como café, pero también estoy proponiendo o afirmando una relación que me vincula con el otro: “Yo soy quien te puede dar órdenes” (función conativa): “El aspecto conativo se refiere a qué tipo de mensaje debe entenderse que es, y por ende, en última instancia, a la relación entre los comunicantes”).
Watzlawick introduce aquí la teoría de los tipos lógicos de Bertrand Russell, que oficia como trasfondo general más evidente aún en su tratamiento de la problemática de la comunicación paradójica. De cualquier modo, en analogía a los tipos lógicos de Russell, los niveles de contenido y relación de la comunicación deben entenderse como operando en niveles diferentes. La definición de la relación es una información acerca de cómo debe tomarse la información y, por lo tanto, es de un nivel lógico superior. Cuando explicito este nivel de la comunicación, de hecho me estoy metacomunicando, es decir me estoy comunicando acerca de la comunicación. Esto puede dar lugar a contradicciones y confusiones. Muchos conflictos humanos persistentes devienen de no tomar en cuenta, o verse incapacitados de hacerlo, esta estructura de niveles. En estos casos los interactuantes tratan de resolver en un nivel las discrepancias que existen en el otro. Un ejemplo mencionado por Watzlawick es el de una pareja que mantiene persistentes y violentas discusiones por demostrar tener la razón sobre temas triviales. Cierto día, la mujer demuestra en forma contundente estar acertada sobre una de estas trivialidades y el marido le contesta “Bueno, quizás tengas razón, pero estás equivocada porque estás discutiendo conmigo“. Resulta evidente, en este tipo de casos, que lo que se discute permanentemente es la relación y no el contenido. Sin embargo, dado que la variedad de tópicos de discusión es prácticamente inagotable, los interactuantes tienen muchas dificultades para notar el carácter fijo e invariante de su patrón de comunicación. Es interesante destacar, además, que para Watlzlawick: La capacidad para metacomunicarse en forma adecuada constituye no sólo condición sine qua non de la comunicación eficaz, sino que también está íntimamente vinculada con el complejo problema concerniente a la percepción del self y del otro. En toda comunicación, la persona da una definición de su propio self, manifiesta “Así es como me veo”. Ante esto, el co-interactuante puede dar una de tres posibles respuestas:
1.                Confirmación. El co-interactuante puede confirmar la imagen del self que da la persona, lo que puede traducirse como “Sí eres así”. Este tipo de comunicaciones es una necesidad de cada agente, y afirma la seguridad psicológica del sujeto. En el ejemplo anterior de la orden, si el destinatario de la misma obedece, confirma mi definición de la relación y de mi self: “yo puedo ordenar”.
2.                Rechazo. El co-interactuante puede rechazar la definición: “No, no eres así como dices”. En este caso, el destinatario de mi orden puede contestar “¿Por qué no se lo busca usted mismo?”, por ejemplo, rechazando mi definición de la relación y de mi self.
3.                Desconfirmación. Esta tercera posibilidad es la más desestabilizante: “la desconfirmación ya no se refiere a la verdad o falsedad -si existen tales criterios- de la definición que la persona da de sí mismo, sino más bien niega la realidad del sujeto como fuente de tal definición” . La traducción sería un enunciado del tipo “No existís”.
La conducta -y por ende la comunicación-es un fluir que no tiene principio ni final: “Una serie de comunicaciones puede entenderse como una secuencia ininterrumpida de intercambios” . Sin embargo, los interactuantes tienden a puntuar esta secuencia ininterrumpida, de lo que resultan atribuciones significativas sustancialmente diferentes, sino opuestas. La puntuación organiza la interacción, y resulta por ello vital para la misma.
Con todo, cuando existen discrepancias en la forma d puntuar la secuencia, surgen problemas y malentendidos en la interacción. El ejemplo analizado por Watzlawick es el de una pareja en donde la mujer se irrita por la pasividad del marido, en tanto este se pasiviza por la actitud de la mujer. Cada uno entiende su conducta como un efecto de la conducta del otro y no como causa. En consecuencia, al no acordar en la puntuación de la secuencia, el conflicto es irresoluble. En forma de axioma: “la naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación entre los comunicantes”

3. Comunicación digital y analógica.

Existen dos formas básicas de comunicación, la analógica y la digital. Los lenguajes son formas digitales de comunicación, ya que implican la utilización de códigos convencionales que implican una relación arbitraria entre el mensaje (signo) y al contenido de la comunicación (significado). Las formas analógicas de comunicación son aquellas en las cuales el mensaje resulta en alguna manera parecida al contenido a trasmitir, es decir constituye una analogía del mismo. Estos términos provienen de la ingeniería. Veamos un ejemplo: el formato analógico de almacenamiento de sonido por excelencia es el disco de vinilo. En él el surco se ensanchaba y/o profundizaba en concordancia con el sonido que debía reproducir. Existe aquí una relación analógica necesaria, ya que la púa vibra de acuerdo a la forma del surco y de la amplificación de esta vibración surge el sonido reproducido. El compaq disc, en cambio, es un formato digital, lo que implica que los rastros físicos sobre su superficie no guardan relación directa con el sonido a reproducir. La cabeza lectora registra este rastro físico y lo traduce en sonido de acuerdo a un código convencionalmente establecido que opera como una interfase. De aquí que los formatos digitales sean más precisos que los analógicos. Llevando esto a la comunicación humana, resulta ser que los seres humanos somos los únicos organismos que nos comunicamos al mismo tiempo con ambos sistemas. El lenguaje es el mejor ejemplo de sistema de comunicación digital. El comportamiento no verbal -en general- constituye formas de comunicación analógica. Esta distinción no debe ser tomada en forma taxativa. Existen aspectos de la comunicación no verbal que están digitalizados, como los ademanes. Ambos sistemas de comunicación son necesarios porque permiten vehiculizar diferentes aspectos: “cabe suponer que el aspecto relativo al contenido se trasmite en forma digital, mientras que el aspecto relativo a la relación es de naturaleza predominantemente analógica. La existencia de estos dos tipos de comunicación implica la posibilidad de problemas de traducción de un nivel a otro. Bateson estudió al efecto la comunicación entre los animales (solamente analógica). Explica al respecto que cuando uno abre la heladera y el gato se acerca y se frota entre mis piernas, es incorrecto traducir esta conducta como el mensaje “quiero leche”. El animal en realidad, con su comunicación analógica, está invocando un tipo específico de relación: “Sé mi madre”, ya que este tipo de conducta se observa entre los gatos pequeños en relación a sus progenitores, nunca entre gatos adultos.
El material de los mensajes analógicos es sumamente antitético; se presta a interpretaciones digitales muy distintas y a menudo incompatibles. Así, no sólo le resulta difícil; al emisor verbalizar sus propias comunicaciones analógicas, sino que, si surge una controversia interpersonal en cuanto al significado de una comunicación analógica particular, es probable que cualquiera de los dos participantes introduzca, en el proceso de traducción al modo digital, la clase de digitalización que concuerda con su imagen de la naturaleza de la relación. En síntesis: Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente. El lenguaje digital cuenta con una sintaxis lógica sumamente compleja y poderosa, pero carece de una semántica adecuada en el campo de la relación, mientras que el lenguaje analógico posee la semántica pero no una sintaxis adecuada para la definición inequívoca de la naturaleza de las relaciones
4. Interacción simétrica y complementaria.
Existen dos patrones de interacción básicos: la simetría y la complementariedad.
Puede describírselos como relaciones basadas en la igualdad o en la diferencia. El en priemr caso, los participantes tienden a igualar especialmente su conducta recíproca, y así su interacción puede considerarse simétrica. [...] En el segundo caso, la conducta de uno de los participantes complementa la del otro, constituyendo un tipo distinto de gestalt, y recibe el nombre de complementaria. Los sistemas basados en la simetría tienden a ser más inestables. La carrera armamentista es un ejemplo de ello: a un movimiento de uno de los países (armarse) el otro responde con un movimiento simétrico (armarse también), con lo que el primer país se siente nuevamente desprotegido y refuerza su armamento, y así ad infinitum. Las corridas de la bolsa son otro ejemplo de este tipo de escalada. Un sistema basada en la complementación, en cambio, tiene una tendencia más estable. Digamos que el sistema complementario por excelencia sería una relación sadomasoquista o una pareja hombre dominador – mujer dominada. Como puede verse con los últimos ejemplos, no debe entenderse que un tipo de patrón de comunicación corresponde a una comunicación sana y el otro a una patológica. De hecho, parece que una relación sana es aquella que puede complementar ambos tipos de relación. Watzlawick analiza algunos interesantes casos de parejas entrevistadas en el marco de una investigación, en las que se les preguntaba “¿Cómo, entre los millones de personas que hay en el mundo, llegaron a unirse ustedes dos?”. Es notable observar cómo surgen los patrones de interacción en torno al derecho a hablar y a definir la relación en cada pareja, caracterizadas como de complementariedad o simetría patológicas o aquellas clínicamente sanas, en donde se observan ambos tipos de interacción.

miércoles, 27 de abril de 2011

Ciencia e Ideologia

Ciencia|Miércoles, 27 de abril de 2011
Diálogo con Juan José Fanara, doctor en Biología

Avatares, evolución e ideología

El jinete se siente evolucionar, pero no sabe en qué dirección, ya que la evolución es una fuerza ciega: ¿terminará como un mamut, como un hipopótamo, como una mosca o algo parecido? Para tranquilizarse, recurre a un biólogo evolucionista.

Por Leonardo Moledo
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–A ver, voy a empezar como casi siempre: ¿Qué estudia usted?
–La dinámica de los genes en las poblaciones naturales. Con “dinámica” me refiero al cambio de frecuencia en los genes de acuerdo con algunas características relacionadas con el clima, con la geografía (que muchas veces están muy relacionados). Esa es una parte del proyecto. La otra parte es la identificación de la función de algunos genes.
–Empecemos por la primera parte, si le parece bien.–Me parece bien. A ver... En cuanto uno sale a la calle lo que ve es una gran diversidad de formas, tanto sea entre distintas especies como dentro de una misma especie. A mí lo que me interesa ahora es la diferencia de formas dentro de una misma especie. ¿A qué se debe esa diferencia? Fundamentalmente, a dos cuestiones. Una es la composición genética que tiene cada uno de los individuos que forman parte de esa especie, cuál es la frecuencia de aparición de los alelos (las diferentes formas que tiene un gen) y la otra es el ambiente. Además hay una relación entre la composición genética y ese ambiente. Lo que yo intento estudiar es cómo las diferentes frecuencias de los genes interactúan con el ambiente de forma tal de expresar lo que nosotros vemos y caracterizamos como el fenotipo, es decir, el tamaño, el color, el comportamiento, la susceptibilidad a enfermedades, etcétera. Eso es lo que uno mide para ver qué tan bien está adaptado un organismo a un determinado ambiente.
–Cuando habla de diferencias intraespecie, ¿son diferencias muy grandes?–No necesariamente. A mí las que me interesan son las diferencias que estadísticamente resultan ser significativas.
–A ver, por ejemplo, en los gatos...–Me interesaría el color, el tamaño, la forma de la cabeza, su comportamiento de prelación y de huida, el tiempo que tarda en desarrollarse. Y trato de ver si esas características están relacionadas con alguna particularidad del ambiente específico. Supongamos que los gatos blancos estén mejor adaptados a condiciones de frío y los gatos negros, a condiciones de mayor temperatura.
–¿Y es esa la situación que mantiene el mecanismo de la selección natural?–Es la piedra fundamental. Cuando uno habla de selección natural, se habla de diferencias al nivel del fenotipo. El fenotipo es, de algún modo, la interacción entre una determinada información genética (genotipo) y el ambiente. Una determinada información genética puede estar muy bien adaptada a un ambiente A y muy mal adaptada a un ambiente B. Esa relación genotipo-ambiente es fundamental. Tres cosas, entonces, son fundamentales para comprender la variación del fenotipo. La primera: las diferencias a nivel del genotipo. Su información genética es diferente de la mía. La segunda: el ambiente. No es lo mismo el desierto que el bosque o que la selva. La tercera: la relación con el ambiente. Usted y yo nos vamos a desenvolver de manera diferente en esos tres ambientes.
–¿No hay un poco de riesgo de caer en el darwinismo social?–No necesariamente. El darwinismo social se nutre de la selección natural para poder explicar un montón de teorías que están relacionadas con el comportamiento social, y el egoísmo...
–También trata de justificar la dominación de unas personas sobre otras, o la eugenesia.–Pero nuestro proyecto de investigación no tiene nada que ver con eso. Tratamos de identificar la composición genética de una población (por ejemplo, moscas que se desarrollan a diferentes altitudes) y ver cómo cambia el comportamiento si efectuamos variaciones. Por ejemplo: hacemos criar esas moscas a diferentes temperaturas, para ver si el comportamiento de las moscas de alta y de baja altitud está relacionado con su crianza en diferentes temperaturas.
–Además, lo que en un ambiente es adaptativo en otro no lo es.–Claro. El término “adaptativo” no es absoluto sino relativo.
–Y eso es importante desde el punto de vista ideológico, porque al no haber características que sean ontológicamente superiores a otras evitamos creer en la superioridad de, por ejemplo, una raza sobre otra (lo cual, como sabemos, llevó a las más espantosas masacres).–Sí, claro.
–¿Cuántas generaciones hacen falta para que aparezca un cambio genético significativo que se convierta en un rasgo adaptativo? Por ejemplo, ¿cuántas generaciones hay entre el antecesor del elefante y el elefante?–Si le contestara eso, le mentiría, porque hay muchísimos factores que inciden. En primer lugar, habría que decir que no todos los nucleótidos tienen el mismo peso. Hay genes que tienen una “categoría” jerárquica superior. Los homeobox, por ejemplo. No es lo mismo que surja una mutación en un gen “superior” que una mutación que surja abajo. Si surge arriba, probablemente la cascada de cambios será mucho mayor y la selección natural actuará con mayor fuerza. Si ocurre a nivel superior y la selección lo “dejó pasar”, el tiempo necesario para que ocurra un cambio adaptativo va a ser mucho mayor, porque está actuando sobre muchos más genes que si actuara abajo. No todo evoluciona a la misma tasa.
–Aun si consideramos que hubo 600 millones de años en el medio, es muy poco intuitivo cómo uno de esos bichos se convirtió en hipopótamo.–Hay tantas cosas no intuitivas en las ciencias...
–Me gustaría que hablemos un poco de la teoría sintética de la evolución y de la teoría del equilibrio puntuado. La sintética se basa en un gradualismo total. La del equilibrio puntuado, en cambio, se basa en la idea de períodos de evolución rápida y períodos de estasis o quietud.–Igualmente no se olvide que son teorías concebidas con una diferencia temporal muy grande. La sintética se postula a finales del ’30 y principios del ’40, cuando prácticamente no se conocía nada de la estructura del gen (Watson y Crick describieron el ADN en el ’53). Mucha de la teoría sintética estaba basada en estudios de campo con moscas. En el caso de Stephen Jay Gould, su teoría es de los años ’70 y ya cuenta con todo un bagaje sobre genética, ya se empezaba a pensar en una estructura jerárquica de los genes.
–También había una cosa ideológica.–Desde ya...
–Porque la teoría del equilibrio puntuado permitía pensar que el hombre no estaba evolucionando en ese momento preciso...–Claro.
–¿Y hoy en día se toma como posibilidad el equilibrio puntuado?–Sí, claro. Yo creo que ambas teorías conviven. Es muy complicado llegar a una síntesis total entre las dos. Le pongo un ejemplo: en el hombre uno ve una evolución en mosaico. No es lo mismo la evolución del cerebro o de la capacidad craneana que la evolución del largo del cúbito, o del fémur. Cada una de nuestras partes puede llegar a evolucionar a tasas diferentes.
–Lo que quería señalar es que, dado que la evolución ha sido usada con fines racistas, fascistas, eugenésicos, no podemos desprendernos del bagaje ideológico que la acompaña. Y Gould es muy consciente de eso.–Sí.
–¿Y qué más me puede contar sobre la evolución?–Por un lado, que es una cosa impredecible, ciega y azarosa. Uno puede estudiar la evolución a nivel del fenotipo, pero cuando uno trata de entender cómo es que se construye la evolución, cuáles son los mecanismos que determinan la evolución, todo se vuelve muy pero muy complejo.
–La biología evolutiva no es una ciencia newtoniana. La postulación de la evolución y de la termodinámica adelantan lo que va a pasar a fines del siglo XIX con la ciencia.–Sí, estoy de acuerdo con eso. Y por otro lado, es necesario desarmar la idea de que lo más evolucionado es lo más perfecto. Nosotros, por ejemplo, somos muy evolucionados, pero si nos tiran al río nos morimos en dos minutos.
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Autoestima, Luis Horsnstein

Problemas con la autoestima

Cuando el amor a sí mismo no es correspondido

La autoestima –ese registro a la vez tan íntimo y tan dependiente de los otros– es examinada con detalles por el autor de esta nota: “Por autoestima entendemos esa autoevaluación que expresa aprobación/desaprobación. La autoestima, como un sitio web, alguna vez estuvo en construcción, cada tanto es actualizada y está siempre on line, a menos que se tilde”.

Por Luis Hornstein *
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La autoestima es una experiencia íntima: es lo que pienso y lo que siento sobre mí mismo, no lo que piensa o siente alguna otra persona acerca de mí. Mi familia, mi pareja y mis amigos pueden amarme, y aun así cabe la posibilidad de que yo no me ame. Mis compañeros de trabajo pueden admirarme y aun así yo me veo como alguien insignificante. Puedo proyectar una imagen de seguridad y aplomo que engañe a todo el mundo y aun así temblar por mis sentimientos de insuficiencia. Puedo satisfacer las expectativas de otros y aun así fracasar en mi propia vida. Puedo ganar todos los honores y aun así sentir que no he conseguido nada. Millones de personas pueden admirarme y aun así me levanto cada mañana con un doloroso sentimiento de fraude y un vacío interno.
- - -
Todas las personas, aun las menos dadas a la introspección y a observar a los demás, tienen idea de lo que es la autoestima. En la autoestima participan no sólo sentimientos, sino también pensamientos y actitudes. Por autoestima entendemos esa autoevaluación que expresa aprobación/desaprobación. La autoestima, como un sitio web, alguna vez estuvo en construcción, cada tanto es actualizada y está siempre on line, a menos que se tilde.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Ciencia y EticaFerrer Lacosta, C: Ciencia y ética, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, febrero 2009, www.eumed.net/rev/cccss/03/cfl2.htm


CIENCIA Y ÉTICA
 


 
Cristina Ferrer Lacostajmariohv@yahoo.es


Antiguamente, la única motivación en la búsqueda científica había sido la curiosidad, el deseo de saber más sobre algo y sin encontrarle un objetivo práctico concreto. No obstante, hoy en día, la relación que une ciencia y sociedad es bastante diferente.
En el pasado, podíamos encontrar una separación temporal entre un descubrimiento científico y sus aplicaciones prácticas, las cuales eran descubiertas por ingenieros en los laboratorios industriales.
En cambio, hoy en día, podemos encontrar casi inmediatamente las aplicaciones prácticas de un descubrimiento. Suele ocurrir incluso con el mismo equipo investigador. Otras veces, lo que sucede es que los equipos de investigación deben buscar solución a un problema ya existente el cual puede ser: medioambiental (contaminación de aguas, suelos y atmósfera) o médico (investigación acerca de enfermedades como el SIDA o el cáncer). Incluso, debo añadir en este grupo, aquellos equipos de investigación que trabajan en el estudio de nuevos medicamentos más eficaces contra enfermedades populares y comunes (antitérmicos, diuréticos, antiácidos, etc…).  
Hay que reconocer que, cada vez son más los medios necesarios para poder abordar ciertas investigaciones. En este caso nos estamos refiriendo a medios tecnológicos y personales, es decir: económicos. Para hacernos una idea, un aparato de resonancia magnética nuclear (básico para cualquier investigación en la que se requiera un análisis estructural) puede llegar a costar lo mismo que uno de esos contratos millonarios de un futbolista de élite.
Esto lleva a los científicos de hoy en día a depender, bien de la administración pública, o bien de un cierto número de empresas con intereses muy particulares.

Por lo que los científicos se ven obligados a competir con otros grupos sociales para obtener los recursos de procedencia pública que se han nombrado anteriormente, y por tanto, la administración se ve obligada a justificar, ante la ciudadanía, el destino de dichos recursos.

Es por ello que, la imagen que la sociedad se forme de la ciencia y de los científicos es fundamental para el desarrollo de muchos campos científicos. Por ejemplo, no va a recibir la misma cuantía un grupo de investigación que se dedique al estudio de energías alternativas (podríamos estar hablando del estudio sobre la posibilidad del empleo de hidrógeno como combustible para vehículos, el cuál por combustión produciría vapor de agua y paliaría el problema de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera), que otro grupo que se dedique al campo de la física cuántica e intente realizar un cálculo de la polarizabilidad para átomos polielectrónicos mediante el empleo de programas informáticos.

Lamentablemente, la presión social y los incentivos económicos a la labor científica pueden dar lugar a actuaciones que podemos considerar de inmorales y en absoluto científicas. Recordemos que, en la mayoría de los casos, las posibilidades de ascenso dentro de la comunidad científica se basan, en gran medida, en el número de artículos publicados..

El desarrollo científico es uno de los factores más importantes en la transformación de la sociedad actual. Pero los efectos de la ciencia y la tecnología en la sociedad tienen una doble vertiente: por un lado, contribuyen a mejorar el nivel de vida, pero por otro puede dar lugar a la creación de técnicas que pueden poner en peligro el desarrollo de la humanidad:

• Cómo saber si la clonación, a la larga, podrá ser utilizada para reproducir individuos con tendencia criminal, tal y como se ha planteado en diversos libros y películas de ciencia ficción, o es en realidad una alternativa para reproducir especies que están en peligro de extinción.

• Cómo saber si la alteración genética de la variedades vegetales podrá ser utilizada para hacerlas más resistentes a las plagas, superar el uso de insecticidas y abaratar costos, evitar la contaminación de los cultivos para conquistar nuevos mercados protegidos por severas normas técnicas ambientales, o más bien, este avance de la biotecnología será utilizado como arma comercial para desarrollar especies depredadoras que dañen las plantaciones de los países competidores o enemigos políticamente.

• Cómo saber si buena parte de las invenciones científicas y las innovaciones tecnológicas seguirán siendo utilizadas para el desarrollo de armas químicas, bacteriológicas y nucleares, con el devastador y letal poder que han demostrado tener en cada guerra en las que se han utilizado o, más bien tales avances sólo podrán ser utilizados, para producir en la cantidad y con la calidad necesarias los bienes y servicios que se requieren para mejorar la calidad de vida y el bienestar de todos los pueblos del mundo.

Por todo ello, se hace necesario incluir ciertas cuestiones éticas, es decir, un cierto control interno en la ciencia y en sus aplicaciones, aunque la última palabra la tiene la sociedad a través de sus gobernantes.

Por ejemplo, La Sociedad Americana de Química cuenta con que sus miembros se adhieran a los máximos parámetros éticos. El Estatuto Federal de la Sociedad (1937), de hecho enumera explícitamente entre sus objetivos el “progreso de las calificaciones y de la utilidad de la química, a través de grandes parámetros de ética profesional, educación y logros...”.

Según la Sociedad Americana de Química, los investigadores químicos tienen obligaciones profesionales hacia el público, los colegas y la ciencia. Una expresión de dichas obligaciones está plasmada en “The Chemist´s Creed”, aprobado por el ACS Council en 1965. Los principios de comportamiento enumerados a continuación están intentando reemplazar “The Chemist´s Creed”. Fueron preparados por el Council Committee on Professional Relations, aprobado por el concejo ( 16 de Marzo de 1994) y adoptado por la Junta de Directores (el 3 de junio de 1994) para guiar a los miembros de la sociedad en distintos acuerdos profesionales, especialmente aquellos que contengan conflictos de interés.

Los químicos deben, entonces, reconocer responsabilidades hacia:

• El público: Los químicos poseen una responsabilidad profesional para proveer interés público y bienestar y para extender el conocimiento de la ciencia. Deberían estar activamente preocupados por la salud y bienestar de sus colegas, consumidores y de la comunidad. El comentario público en materia científica debería estar hecho con cuidado y precisión sin consignas exageradas, prematuras o no verificadas.

• La ciencia química: Los químicos deben enfocarse hacia el avance de la ciencia química, comprender los límites de su conocimiento, y respetar la verdad. Deben asegurarse que su contribución científica, y la de sus colaboradores, son rigurosas, precisas, e imparciales en diseño, implementación y presentación.

• La profesión: Los químicos deben mantener vigencia con los desarrollos en su campo, compartir ideas e información, mantener los documentos de laboratorios precisos y completos, mantener integración en todos sus comportamientos y publicaciones y dar crédito a las contribuciones de otros. Los conflictos de interés y la falta de ética científica, tanto como la falsificación, fabricación y plagio son incompatibles con este Código.

• El empleador: Los químicos deben promover y proteger los intereses legítimos de sus empleadores, desempeñar trabajo honesto y competitivo, cumplir obligaciones, y salvaguardar la información de la marca registrada.

• Los empleados: Los químicos, como empleadores, deben tratar a sus subordinados consideradamente y respetarlos por su profesionalismo, y deben preocuparse por su bienestar, y proveerles seguridad, un ambiente de trabajo agradable, compensaciones justas, y responsabilidades propias de sus contribuciones científicas.

• Los estudiantes: Los químicos deben considerar el “tutelage” de estudiantes como una verdadera concesión a la sociedad para promover el aprendizaje y el desarrollo profesional de los estudiantes. Cada estudiante debe ser tratado respetadamente y sin explotación.

• Las asociaciones: Los químicos deben tratar a las asociaciones con respeto y consideración, con respecto al nivel de su educación formal, alentarlas, aprender con ellas, compartir ideas con honestidad, y dar crédito a sus contribuciones.

• Los clientes: Los químicos deben servir a sus clientes atentamente, respetar la confidencialidad, asesorarlos honestamente e instruirlos imparcialmente.

• El medioambiente: Los químicos deben entender y anticipar las consecuencias medio ambientales de su trabajo. Deben prevenir responsablemente la polución y proteger el medio ambiente

Este tema se puede trabajar con alumnado de tercero de la E.S.O., concretamente en el tema uno de su programación, el cuál hace referencia al método científico y las actitudes y características de los científicos. Se llevaría a cabo a principios de curso, es decir, en el primer trimestre.

Para introducirles en el tema podemos ver las películas: Gáttaca y El jardinero fiel, las cuáles ponen de manifiesto la ética, o más bien la falta de ética en la aplicación de conocimientos científicos (Gátaca) y el abuso de las compañías farmacéuticas para poner a prueba sus medicamentos en período de experimentación con humanos.

• Síntesis de Gáttaca:

En un futuro no tan lejano, la mayor parte de los niños son concebidos in vitro con técnicas de selección genética. Vincent (Ethan Hawke) es uno de los últimos niños concebidos de modo natural,un "hijo de dios", pero nace con una deficiencia cardíaca por la cual no le otorgan más de treinta años de vida. Es un “no válido” condenado a ocupar los puestos menos gratos de la sociedad. El problema de Vicent hace que sus padres opten por tener a su segundo hijo, Anton, de manera artificial. El hermano de Vicent recibe lo mejor de la carga genética de sus padres, lo cual le garantizará el acceso a infinidad de oportunidades. Desde niño, Vincent sueña con ir al espacio, con ser astronauta, pero por su condición de no válido, es consciente de que es prácticamente imposible. Durante años ejerce toda clase de trabajos hasta que un día contacta con un hombre que le proporciona la llave para pasar a la élite: adoptar la identidad de Jerome (Jude Law), un deportista válido que se quedó paralítico por culpa de un accidente. De este modo Vincent podrá acceder a la Corporación Gattaca, una industria aeroespacial donde es seleccionado para una misión a Titán. Consigue hacer frente a las constantes pruebas genéticas a las que es sometido gracias a las muestras de sangre y tejidos que Jerome le prepara. Pero no todo será tan sencillo: el asesinato del director de la misión y las consecuentes investigaciones y su amor por Irene (Uma Thurman) irán generándole dificultades y alterando el rumbo de su plan.

• Síntesis de El jardinero fiel:

Se trata de una adaptación cinematográfica de la novela homónima de John Le Carré (2001) dirigida por Fernando Meirelles. La película presenta una particular visión sobre la práctica médica en países en vías de desarrollo, aparecen reflejados tratamientos frente al SIDA, así como el estudio de nuevos tratamientos en enfermedades como la tuberculosis. Se realiza una visión crítica sobre la ética en el desarrollo de nuevos medicamentos por parte de la industria farmacéutica.

Esto nos llevará al menos 4 sesiones (dos para el visionado de cada una de las películas). Se podría trabajar conjuntamente Física y Química con Biología y Geología, de manera que en horas de Física y Química se vería El jardinero fiel y en horas de Biología y Geología, Gáttaca.


Bibliografía

• http://www.fcen.uba.ar/quimicaverde/etica.htm
• http://rie.cl/?a=937
• Nueva guía de la ciencia. Isaac Asimov. Editorial Plaza & Janés.
• Red académica de centros de investigación y universidades nacionales.

El fuego de Prometeo Ciencia y Ética (1)

domingo, 13 de febrero de 2011

Salud

futuro
SÁBADO, 12 DE FEBRERO DE 2011
APOGEO Y CAIDA DE LA SALUD COMO “EQUILIBRIO”

Un concepto que fue boyando de siglo en siglo

Así como en las primeras páginas hablamos de la basura, ahora es el turno de la salud. Y es que encontrar una definición de salud puede parecer tan imposible como un triángulo de siete lados y medio. Porque a lo largo de los siglos, de las culturas y otras lindezas por el estilo, este concepto varió, se torció, se dobló sobre sí mismo, tratando de alcanzar el “equilibrio”, sin lograrlo. De ese fracaso trata esta nota.
 Por Marcelo Rodriguez
Para Alcmeón de Crotona –siglo VI
a.C. –, salud era la democracia de los elementos esenciales del organismo, y enfermedad, la tiranía de uno de ellos sobre el resto. El modelo biomédico y el biopsicosocial conviven hoy en la medicina científica no sin cierta tensión, con concepciones contrapuestas pero no necesariamente incompatibles.
La tradición griega de Occidente ligó la idea de salud con la de equilibrio, y la de enfermedad como perturbación de ese equilibrio. Los pueblos más antiguos responsabilizaban por esas perturbaciones a supuestas entidades de un orden diferente al que hoy llamamos seres vivos. Estas podían tener intención de dañar, o bien simplemente se expresaban, indiferentes al sufrimiento causado. A veces castigaban infracciones cometidas. Otros dioses o demonios se consideraban incompetentes para castigar, y simplemente “marcaban” con la enfermedad a las personas de actos impuros, para que el poder de turno –la Inquisición medieval, por ejemplo– aplicase todo el rigor de la ley sobre ellas.
El francés Claude Bernard, un pionero de la fisiología moderna (1813-1878), descubrió las funciones del hígado y el páncreas, en especial las relacionadas con el metabolismo de grasas y azúcares, y logró la más completa descripción del sistema nervioso antes de que en 1888 el español Santiago Ramón y Cajal descubriera las neuronas. Pero también se dedicó, en medio del avance técnico y científico de su época, a repensar a qué debía llamarse “salud”, ahora que ningún médico científico hablaba de “energía vital”, como los antiguos.
“La condición necesaria para la vida –para la vida sana, aclaraba en 1859 Bernard en su Introducción al estudio de la medicina experimental– no se encuentra en el organismo ni en el ambiente externo, sino en ambos. Si suprimimos o alteramos alguna función del organismo, la vida cesa, aun cuando el ambiente permaneciera intacto; por otro lado, si modificamos los factores del ambiente que se asocian con la vida, ésta puede desaparecer, aun cuando el organismo no haya sido alterado.” Bernard ya pensaba que cada ser vivo tiene un “ambiente interno” producto de su propio funcionamiento, en el que se basan las relaciones de equilibrio y de intercambio con el exterior.

NORMALIDADES

La relativa constancia de ese ambiente interno pasa a ser “lo normal”, pero, ¿cuántos diferentes sentidos convergen en esa idea de “normalidad” si se la extrapola al medio externo, que en el ser humano siempre es también social?
Hay una normalidad funcional: cuando las partes encajan y nada hace pensar que ese estado de cosas –la vida– puede ser amenazado, se podría hablar de “salud” en los términos de Bernard.
Pero también se considera “normal” simplemente a lo que es frecuente, independientemente de toda otra valoración: “Si es frecuente, es normal”. Y hay otra acepción de “normalidad” que se relaciona con la normatividad: lo que es, es porque debe ser. El modelo deja de ser una herramienta teórica de ayuda y, convirtiéndose en molde, se vuelve restrictivo.
Esta vuelta de tuerca aparentemente sin importancia –la de interpretar a la salud como un imperativo– será crucial más adelante, cuando la medicina se vuelva un objeto de consumo y de diferenciación social.

LO INTERIOR Y LO EXTERIOR

Cuando en 1928 otro fisiólogo, el estadounidense Walter Bradford Cannon, de Harvard, definió a la homeostasis –el conjunto de condiciones que hacen que un organismo sea estable y por ello se diferencie del mundo que lo rodea–, extendió inmediatamente ese concepto a la vida social. Y en esa suerte de biología de la metáfora, la salud humana dependía de todos los factores que dan cohesión a la sociedad.
En una reseña histórica del concepto científico actual de “salud”, Leopoldo Vega-Franco (Salud Pública de México, 2002) menciona el concepto de ajuste dinámico introducido en 1938 por William Perkins. El relativo equilibrio de la forma y la función corporales resulta, según Perkins, del “ajuste dinámico del organismo ante las fuerzas que tienden a alterarlo” y, sobre todo, “no es el resultado de la interrelación pasiva entre las sustancias del organismo y los factores que pretenden romper la armonía con el medio externo, sino la respuesta activa de las fuerzas corporales que funcionan para establecer” esos ajustes y preservar la vida. La adaptación del cuerpo a su ambiente no es ya un mero acomodamiento pasivo, sino que hay algo con lo que se identifica el estado de salud, que no puede quedar fuera de ningún concepto moderno de salud. Y no es, desde luego, la “energía vital”.
En 1941, el suizo Henry Sigerist (1891-1957) hace otro intento por definir “eso”: habla de “algo positivo, una actitud gozosa y una aceptación alegre de las responsabilidades que la vida le impone al individuo”. Una diferencia fundamental con las definiciones anteriores: ésta sólo es aplicable a la salud humana.
En esta delicada maniobra, el paradigma de la salud pasa de lo biomédico al modelo biopsicosocial, donde la enfermedad no es considerada una entidad con una causa definida que se aloja en un órgano –como lo establece el modelo de la anatomía patológica, que guió el curso de la medicina desde el siglo XVIII– sino que obedece a una multiplicidad de causas y procesos, y donde no siempre es posible establecer el punto de inicio. No es casual que Sigerist sea el autor del latiguillo introducido en 1946 en la definición oficial de la OMS: “Salud no es simplemente la ausencia de enfermedad”.

LA METAFORA DEFENSIVA

El mecanismo que hoy más habitualmente se asocia con la manutención de la salud y la defensa del organismo es el sistema inmunológico. Ilya Mechnikov (1845-1916) describió a fines del siglo XIX cómo ciertas células específicas del organismo –los leucocitos y los linfocitos– fagocitan a los elementos extraños, pero debió lidiar durante décadas contra la versión más consensuada –e indudablemente inspirada en la teoría humoral de Hipócrates, del siglo V a.C.– de que la linfa es el fluido que “limpia” el organismo de impurezas y elimina a los agentes patógenos químicamente.
También fue Mechnikov quien llamó proceso inflamatorio a lo que sucede en los tejidos cuando estas células protectoras reaccionan localizadamente en su defensa. El caso es que desde la Antigüedad, inflamación era sinónimo de enfermedad; ¿cómo fue que pasó a ser parte del principal mecanismo de la salud? Este nuevo concepto, sumado a la evidencia de que biológicamente el organismo no se defiende como un todo sino en partes, señala desde el punto de vista biomédico el fin de la armonía de los griegos: la desarmonía es parte constitutiva del organismo y de la vida, aun en sus plenos estados de salud.

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