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lunes, 24 de noviembre de 2014

Ciencia en la vida cotidiana



Diego Golombek es doctor en biología y nos explica con ejemplos sencillos y lenguaje coloquial cosas tales como neurobiologia,  falsabilidad...muy interesante y divertido.


https://www.youtube.com/watch?v=xjVEq_K7CDA:

domingo, 2 de noviembre de 2014

Histeria

Histeria... del griego Hysteron (útero), desde la antigüedad asociada al útero migrante , estigmatizada como "enfermedad femenina".
Gracias a la histeria,junto a sus histéricas,  Sigmund Freud creó el método Psicoanalítico.
Les dejo aquí una graciosa película para disfrutar los avatares médicos relativos a la "cura" de la misma... que la disfruten.
 http://tu.tv/videos/hysteria-pelicula-completa-2013

viernes, 31 de octubre de 2014

Lo femenino

Interesante material para pensar sobre los estereotipos, el pensamiento binario, la identidad.

http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/educacion/actividad?rec_id=124707

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Que ves cuando me ves? La mirada y los otros

Seguimos con el tema de lo que vemos y el acercamiento al otro... En este cuento, el genial Julio Cortázar nos regala la incertidumbre que provoca el ver y ver-se en el otro. Alana, como un mazo de barajas, se muestra siempre otra y devuelve esa inmensidad al espectador en ese verse viéndola... ¿que somos? , ¿cómo somos?... que lo disfruten.



Orientación de los gatos
(a Juan Soriano)







Cuando Alana y Osiris me miran no puedo quejarme del menor disimulo, de la menor duplicidad. Me miran de frente, Alana su luz azul y Osiris su rayo verde. También entre ellos se miran así, Alana acariciando el negro lomo de Osiris que alza el hocico del plato de leche y maúlla satisfecho, mujer y gato conociéndose desde pianos que se me escapan, que mis caricias no alcanzan a rebasar. Hace tiempo que he renunciado a todo dominio sobre Osiris, somos buenos amigos desde una distancia infranqueable; pero Alana es mi mujer y la distancia entre nosotros es otra, algo que ella no parece sentir pero que se interpone en mi felicidad cuando Alana me mira, cuando me mira de frente igual que Osiris y me sonríe o me habla sin la menor reserva, dándose en cada gesto y cada cosa como se da en el amor, allí donde todo su cuerpo es como sus ojos, una entrega absoluta, una reciprocidad ininterrumpida.

domingo, 21 de septiembre de 2014

¿Que es la realidad? ¿Y tu que sabes?





La gnoseologia se ocupa de alumbrar nuestras ideas sobre la posibilidad y limites de nuestro conocimiento. Desde tiempos remotos los humanos nos hemos preguntado sobre ¿que es la realidad? 
Lo que vemos y sentimos, lo que esta ahí, el nombre de las cosas, lo que pienso, lo que puedo ver según mis categorías de pensamiento, aquello que no conoceré jamas.... 
Desde el Psicoanálisis, la realidad es aquella que mi yo juzga como cierta...
Les acerco una interesante versión desde la física cuántica y la neurología: ¿ Y tu que sabes?
Disfrútenlo.

https://www.youtube.com/watch?v=0QlfyPZR2J8

viernes, 19 de septiembre de 2014

Filosofia: Etica para amador... algunas reflexiones

Los seres humanos, hemos perdido nuestra "naturaleza"... insertos en una matriz simbólica desde antes de nacer, estamos "condenados a ser libres", como nos dice Sartre.
¿Como seria posible que alguien muriera de hambre, como en la anorexia, aun teniendo a disposición todos los recursos para no hacerlo?
¿Porque no salimos corriendo a aparearnos todos por las calles con la llegada de la primavera, como las aves? ¿ Porque no tenemos épocas de celo?... A diferencia de la programación instintiva, las pulsiones humanas no tienen un objeto especifico para su satisfacción.

Muchas veces entonces en la vida , nos vemos enfrentados a la elección... ¿Que hacer?
¿Como elegir ? ¿Como saber lo que es bueno o malo? ¿Elegimos solo para nosotros o para todos?

 Muchos filósofos desde el principio de la reflexión sobre nuestros actos que llamamos Ética, han dado pistas, ideas, con los que pensar el "arte de vivir bien..."  mas allá de las normas o mandamientos religiosos. ¿Que es el Bien? , La armonía, la felicidad, el placer, la bondad, lo útil, la prosperidad... sera un imperativo categórico? ( alguna regla que no tiene contenido especifico y vale para todos siempre en cualquier circunstancia)...Es lo bueno lo mismo en las distintas épocas independientemente del contexto sociohistorico o las tradiciones? 
Les acerco un libro muy interesante y ameno: Etica para Amador. Fernando Savater, su autor nos invita a recorrer estas cuestiones en un libro dirigido a su hijo, Amador, así como Aristoteles le había escrito a su hijo, Nicomaco...
Espero sea de su agrado. Buena suerte!

http://cursoslibres.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2014/08/eticaparaamador.pdf



sábado, 31 de mayo de 2014

Discurso familiar y posiciones de los sujetos

LA FAMILIA DE SUJETOS CON CARENCIAS SIMBOLICAS Y SU PALABRA

El juicio íntimo que inhibe

Para que el discurso del entorno familiar sirva en lugar de entorpecer, hay que vaciarlo de sentido cuando ubican al paciente en el lugar de objeto, hacer responsable al locutor de su enunciación. Los dichos como valor de síntoma.
 Por Sergio Zabalza (1)
Es común que, como parte del tratamiento con sujetos que padecen graves carencias simbólicas, se haga necesario u oportuno sostener entrevistas de familia. Sin embargo, no siempre las personas invitadas a estos encuentros se muestran dispuestas a escuchar o albergar el padecer del paciente. Antes bien, suele suceder que los dichos de algún familiar amenacen aplastar o borrar la iniciativa del sujeto.
Así, por ejemplo, tenemos el caso de una madre que, mientras su hija intentaba relatar situaciones de la vida cotidiana, hacía señas de que la joven estaba loca; otra que no cesaba de referirse a la "enferma" en plena presencia de la paciente; sin dejar de mencionar a los familiares que prefieren hablar de sus propias penurias antes que prestarse a escuchar los problemas del pariente en tratamiento. Entonces para qué las entrevistas? Qué buscamos con ellas? Es que las mismas apuntan meramente a obtener una colaboración operativa? Y si no es así: cuál sería la función de un analista en este dispositivo?
Dado que no hay sujeto sin un Otro que lo albergue, lo expulse, lo ame o lo odie, se trata de considerar el lugar que tales dichos ﷓atroces en algunos casos﷓, ocupan en el funcionamiento familiar. Es decir: atender al valor de compromiso que guardan determinadas frases o gestos en la subjetividad del paciente. Es que un grupo organiza su economía política y libidinal en torno a un rasgo ﷓sea "la enferma", los gestos, o cualquier otro﷓ que, en forma oscura, subrepticia y silenciosa, reporta a cada uno de sus miembros una particular satisfacción más allá del principio de placer.
En otros términos: podríamos prescindir de "la enferma" en el tratamiento de la joven antes citada? Y qué haríamos sin los gestos de esa madre que desestima y a la vez alberga los dichos de su hija?
De lo que se trata, entonces, es de vaciar de sentido a esos significantes que ubican al paciente en el lugar de objeto. Para ello, se hace menester ponerlos en cuestión, interrogarlos, hacer responsable al locutor de su enunciación. Estos es: otorgar a los dichos un valor de síntoma.
Es que, tan cierto como que Freud habla de "la fuerza inquebrantable de la familia en cuanto a formación de masa" (2) es que tampoco duda en afirmar que "las aspiraciones sexuales directas son desfavorables para la formación de masa" (3).Desde esta perspectiva, el padecimiento sintomático ﷓cualquiera sea el que se trate﷓ nace como subrogado de una aspiración sexual que la escena familiar asfixia por acción u omisión. (El inhibido que se siente incapaz de satisfacer el ideal paterno o el psicótico que clama por ser la mujer de Dios, pasando por el adicto que hace de su adicción un sucedáneo de la masturbación infantil, son nuestros mejores testimonios).
De esta forma, si algo distingue al síntoma ﷓neurótico o psicótico﷓ es que atenta contra la masa, contra aquellas verdades instituidas y estereotipadas plasmadas, por ejemplo, en una historia familiar. Paradójica conclusión que atestigua una conmoción singular en cada uno de los miembros. Porque la experiencia clínica indica que, conforme los supuestos ﷓o no﷓ malvados, los pusilánimes o la mala suerte pierden consistencia entre las razones que pretendían explicar algún drama familiar, sus miembros ﷓por lo menos algunos﷓ ensayan la dura tarea de hacerse cargo de sus responsabilidades ...y de sus síntomas.
Por ejemplo, intervenir con la sencilla pregunta: "enferma?" puede dar pie a la particular relación que cada persona del grupo guarda con esa significación estereotipada. Pero también la cita gestual; por ejemplo: ante la madre cuyas señas pretendían sentenciar la locura de su hija, nosotros optamos por responder con más señas, de manera de poner en cuestión a la gesticuladora, sin por ello dejarla fuera de la escena. Es que, lejos del furor curandis que busca su eliminación, la maniobra psicoanalítica se distingue por alojar al síntoma, al tiempo que lo pone a trabajar en el tratamiento.
Es aquí donde se nos revela la posición que, de una u otra manera, le conviene el analista en estas entrevistas de familia, a saber: tal como el síntoma freudiano, que se ubica como una formación de compromiso entre el yo y la pulsión, el trabajo analítico con familias ejerce una suerte de intermediación entre el sujeto y el semejante. Es que, lejos de remitirse a un concepto mitológico, la pulsión se encarna en los dichos, los gestos o la mirada de cualquier familiar que la particularidad del sujeto haya privilegiado o tornado insustituible.
1 Psicoanalista. Integrante del Equipo de investigación en Familia que coordina Darío Galante en el Hospital Alvarez.
2 S. Freud, Psicología de las masas y análisis del yo. T. 18, pág. 119.
3 S. Freud, citado, página 132

viernes, 23 de mayo de 2014

Segregacion y subjetividad

Los hundidos y los salvados –
Efectos subjetivos de la segregación
Lic. Carlos A. Guzzetti
Algunas razones fundadas en mi práctica me han llevado a interesarme en la cuestión del campo de concentración. Cotidianamente me encuentro en la consulta –y me consta que muchos colegas también– con historias subjetivas que son el resultado de experiencias segregativas muy tempranas, constituyentes del núcleo traumático de padecimientos muy diversos.
Por otra parte, la lectura de Lacan nos ha advertido sobre este punto. El campo de concentración es la coagulación institucional más cabal del fenómeno segregativo propio de nuestro tiempo, imperio de la pulsión de muerte. En los 30 años que van desde esa afirmación hasta nuestros días, la historia no ha hecho más que darle la razón en este punto. El hecho de haberme ocupado recientemente de las cuestiones de la violencia y el desamparo, tarea compartida con Luis Vicente Miguelez y un buen número de otros colegas, no ha hecho sino reforzar la convicción de que la práctica psicoanalítica de nuestros tiempos tiene mucho que aprender de la experiencia de los campos, “paradigma biopolítico de lo moderno”(1)
He localizado algunas marcas en la cultura, en especial la literatura, que pueden servir de orientación para seguir los efectos subjetivos del fenómeno segregativo. Me ha parecido oportuno en este encuentro de analistas, afortunadamente babélico, poner a consideración algunas reflexiones.
La operación segregativa
El Mal no es lo inhumano, por supuesto... O entonces es lo inhumano en el hombre...
Jorge Semprún
Los diversos dispositivos segregativos, con sus efectos singulares, tienen en común el hecho de que todos ellos conllevan una operación de desubjetivación. El campo de concentración, por la acción de su maquinaria, opera un virtual “aplastamiento de la subjetividad”. El término es brutal, sin duda y nos evoca infinidad de imágenes crueles.
“Como una cucaracha”, por ejemplo, lo que nos remite de inmediato al escenario anticipatorio de la vivencia (Erlebnis) concentracionaria que Kafka propone en La metamorfosis. El infeliz Gregorio Samsa se despierta una mañana convertido en cucaracha, lo que genera en el microuniverso de su familia la reacción de apartamiento y clausura que lo convierte definitivamente en un insecto repulsivo. En rigor de verdad cabría preguntarse si no es exactamente al revés. La metamorfosis no es la causa sino el efecto de esa misma segregación.
En La colonia penitenciaria ofrece una nueva versión de la operación segregativa, esta vez en el plano institucional. El condenado a muerte, reducido a una estupidez inhumana, sufre el suplicio de que su condena sea escrita durante horas en su carne por una maquinaria altamente sofisticada, hasta la aniquilación física.
Kafka y Freud(2) estudian contemporáneamente anverso y reverso de la trama. En uno, el sujeto en soledad es aplastado por el mandato insensato de un poder anónimo,
esencialmente indiferente(3). Para el otro la alienación en el fenómeno colectivo es la causa de la parálisis deseante, hipótesis formulada con rigor metapsicológico en su trabajo sobre las formaciones de masa.
Si es posible consumar este aplastamiento del sujeto es porque “Nuestra personalidad es frágil, está mucho más en peligro que nuestra vida”. Así lo afirma Primo Levi, testigo de la vida y de la muerte en los campos nazis.
La obra de Levi comienza con su liberación de Auschwitz – Monovitz por las fuerzas aliadas. Escribe y publica casi de inmediato Si esto es un hombre, su primer relato testimonial.
Al ser apresado había declarado, su condición de “ciudadano italiano de raza judía” porque falsamente creyó que era preferible a ser internado como político. Este es el primer movimiento de la operación desubjetivante. Lo que indica el lugar a ocupar, es decir, del lado de adentro de los alambres electrificados, es un rasgo singular –judío, gitano, comunista, contrario a los intereses soviéticos o delincuente subversivo–. La reducción del sujeto a ese rasgo diferencial constituye el paso inicial en la puesta en marcha del dispositivo segregativo.
Ya en el interior se impone una lógica implacable: cada uno será despojado de todo lo que posee. Lo que constituye el segundo movimiento de la operación. Levi lo señala así:
Pero pensad cuánto valor, cuánto significado se encierra aun en las más pequeñas de nuestras costumbres cotidianas, en los cien objetos nuestros que el más humilde mendigo posee: un pañuelo, una carta vieja, la foto de una persona querida. Estas cosas son parte de nosotros, casi como miembros de nuestro cuerpo; y es impensable que nos veamos privados de ellas, en nuestro mundo, sin que inmediatamente encontremos otras que las sustituyan, otros objetos que son nuestros porque custodian y suscitan nuestros recuerdos(4).
El proceso de desposesión de los objetos personales culmina con la reducción de los individuos a un número, tatuado dolorosamente en el antebrazo.
“Nos quitarán hasta el nombre; y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos sido, permanezca”(5)
La mirada siniestra de los guardianes, doctores y verdugos sobre las filas de hombres y mujeres desnudos hasta el hueso, despojados de su propia imagen, del reconocimiento en el semejante, sin el menor espacio de intimidad, produce una descomposición del plano imaginario.
Jorge Semprún, quien también construyó su obra literaria a partir de la experiencia del campo, hace de esa mirada uno de sus ejes. La relación con los otros sólo era posible allí donde lograba escaparse a la omnipresente mirada del Mal absoluto. Mirada de Medusa, paralizante y mortífera. En efecto, las letrinas de Buchenwald, que por su hedor repelían a los guardias, eran el principal centro de actividad social, comercial y política del campo, uno de los pocos lugares donde había alguna esperanza. Allí se recitaba poesía, se establecían amistades y se acompañaba al amigo en el momento de la muerte.
En el mundo así delimitado no hay ningún por qué. No hay siquiera a quien formularle la pregunta. El Otro es anónimo. En todo el testimonio de Levi una sola vez relata haberse cruzado con un oficial de las SS, y esto ya cuando el campo estaba siendo abandonado bajo el fuego ruso.
¿Cómo es posible golpear sin cólera a un hombre?, se pregunta Levi. ¿Cómo es posible ejercer la violencia brutal sin el menor atisbo de emoción? El torturador, en este estado de cosas, ni siquiera goza sádicamente, es sólo un instrumento mecánico de la operación de liquidación de los sujetos. El odio es personal, pero los oficiales del campo no tenían rostro ni nombre. Como en Kafka, la tortura y la aniquilación son obra de una maquinaria anónima.
¿Cómo y por qué algunos sobrevivieron y otros no? En el intento de responder a esta pregunta Bruno Bettelheim acuñó la noción de “culpa del sobreviviente”, a la vez satisfacción superyoica y defensa. La “identificación con el agresor” que Ferenczi localizó en la reacción culpable del niño ante la violencia traumática del adulto es perfectamente aplicable a este caso. Semprún no recoge el guante. Ninguna culpa, entre otras cosas porque no existe siquiera la certeza de haber sobrevivido; y cita a Levi:
“En lo que a supervivencia se refiere [...] no hay una regla general, excepto la de llegar al campo en buen estado de salud y saber alemán. Al margen de esto, el resto depende de la suerte”(6)
En esto creo que radica lo esencial de la operación de aplastamiento subjetivo. Cuando la propia lógica concentracionaria se ha hecho real, cuando todo el universo simbólico ha colapsado en el interior del alambrado, cuando ya no hay semejantes en los que reconocerse, cuando el campo es la naturaleza de las cosas, la vida o la muerte dependen tan sólo de la suerte. Incluso de la suerte que hayan corrido en cada uno las diversas estrategias para sobreponerse a lo traumático. Bettelheim y Levi se suicidaron, tras largos años de trabajo.
Cuando Semprún, con 22 años, ingresa a Buchenwald, declara como profesión la de estudiante. Un prisionero alemán ya antiguo, que era quien completaba los formularios, decide inscribirlo como albañil especializado, lo que podía ser de interés para las autoridades del campo, posibilitándole quizás mejores condiciones de supervivencia. Los estudiantes eran enviados a trabajos de minería, de los cuales pocos regresaban. Este recuerdo, resignificado cuatro décadas después, tiene el valor del reconocimiento de un deseo humano en el prójimo, sostén simbólico esencial. Esa clase de encuentros, decisivos para la vida, era allí cuestión de puro azar.
El aplastamiento subjetivo, entonces, se consuma en el proceso de desanudamiento
de lo simbólico, lo imaginario y lo real.
La escritura, la vida y la muerte
...un texto bello y verdadero, verdadero como sólo puede serlo la ficción.
Emmanuel Lévinas
He tomado apoyo en obras literarias, lo que ya de por sí indica una de las vías de salida de la escena concentracionaria: la escritura.
En el caso de Primo Levi un proceso minucioso de destilación –recordemos su profesión de químico– lo ha llevado a usar “... el lenguaje mesurado y sobrio del testigo, no el lamentoso lenguaje de la víctima ni el iracundo lenguaje del vengador”(7). Es decisivo para él dar testimonio, y eso exige una ascesis afectiva que permita al otro escuchar.
La escritura es una necesidad, un impulso irrefrenable: “La necesidad de hablar a ‘los demás’, de hacer que ‘los demás’ supiesen”, como un modo de capturar algo del traumatismo sufrido en una trama textual, “la misma textura, el tejido de la vida” (Semprún 8) Levi escribe “aquello que no sabría decirle a nadie”(9). Escribe para atrapar lo que los sueños no podían tramitar, para poner en relación los recuerdos traumáticos con otras representaciones, provenientes de terrenos diversos de la experiencia vital.(10)
Un sueño recurrente en el campo, verdadero sueño traumático, que arriba siempre al mismo punto, consistía en una escena en la que el protagonista relataba situaciones de la vida cotidiana a su familia, pero nadie lo escuchaba. El Otro, fuente primordial del amparo ante la inermidad del humano, ya no está allí para sostener al sujeto, sino para aplastarlo, literalmente. El único recurso entonces, es la letra escrita. Levi sobrevive entre otras cosas porque logra trabajar en el laboratorio químico del campo, donde dispone de un cuaderno y un lápiz. Entonces escribe, aun a riesgo de su propia vida, porque de haber sido descubierto, le hubiera significado la inmediata selección para la cámara de gas.
Pero la condición humana sólo se sostenía de ese deseo indestructible. Contar lo que allí pasaba, dar testimonio. Lo singular de Levi es que no se detuvo allí ya que produjo una importante obra de ficción.
Semprún tiene con la escritura una relación diferente. Levi publicó en 1947, inmediatamente después de su liberación, Si esto es un hombre. Él esperó 17 años para terminar y publicar su primer libro: El largo viaje, que había concebido en los meses posteriores al fin de la internación. Debió elegir entre la escritura o la vida, ya que los recuerdos del campo en el proceso de la escritura “devoraban lo real mediante un procedimiento de metástasis fulminantes”(11). De este modo vive la experiencia de la militancia clandestina en la España franquista y tan sólo cuando es excluido de las filas comunistas puede comenzar su obra literaria.
Lo que es coincidente en ambos, es la necesidad de ficcionalizar la vivencia. En Levi esto se hace patente en la secuencia de sus obras. Las obras testimoniales son las primeras. La tregua de 1963 –el mismo año en que Semprún publica El largo viaje– cierra este ciclo, para dar lugar a una serie de obras de ficción literaria –cuentos, novelas–. Su última obra, cuyo título homenajeo en el mío, da un paso más allá del testimonio. Es un ensayo sobre el campo, escrito al calor de una visita conmemorativa, último intento de someter lo indecible a una matriz de racionalidad. Luego, el suicidio. En 1987 lo alcanzó la muerte –dirá Semprún– de la que había querido escapar durante cuatro décadas
Semprún también escribe La escritura o la vida después de una visita efectuada 45 años después de la liberación. En su reflexión, la experiencia traumática no es indecible, no radica allí la cuestión. Es posible decir cualquier cosa. El problema es que lo que se diga no alcanza a recubrir el hecho de que la experiencia ha sido invivible, ésta es su sustancia. Y el efecto traumatolítico –si puede decirse– de la escritura reside en otro lugar. "Sólo alcanzarán esta sustancia, esta densidad transparente, aquellos que sepan convertir su testimonio en un objeto artístico, en un espacio de creación”(12).
El campo analítico
...conviene desconfiar de lo casi-igual..., de lo prácticamente idéntico, del poco más o menos.
Primo Levi.
El campo no siempre está del otro lado del alambrado. El universo concentracionario es la rúbrica de nuestro tiempo y por lo tanto nuestra práctica, clínica, teórica e institucional no está al abrigo de sus efectos. En esta convicción quisiera añadir algunas observaciones.
La clínica nos acerca cotidianamente a situaciones subjetivas que nos evocan fuertemente los testimonios de los sobrevivientes. Acuden en busca de nuestra ayuda hundidos y salvados. Quienes han sucumbido a situaciones vitales intolerables suelen ser traídos a nuestra consulta o llevados al hospital psiquiátrico, cuando no al servicio de traumatología. Ellos son los náufragos, los que no han logrado sobreponerse a traumatismos repetidos, agudos o insidiosos, sufridos a lo largo de la vida, muy particularmente en la infancia. Muchas veces el recurso terapéutico les ofrece más de lo mismo. La internación en el hospicio reproduce en mayor escala el ámbito concentracionario de la familia psicotizante, culminando de este modo la operación de aplastamiento subjetivo. Algunos enfoques psicoterapéuticos contribuyen con lo suyo. Y aquí no deben hacerse distingos doctrinarios. Puede reproducirse la situación traumática en el consultorio, independientemente de la perspectiva teórica que se suscriba.
Los salvados suelen llegar solos a la consulta. Han logrado rescatar algunos recursos subjetivos a los que se aferran con todas sus fuerzas. De allí la enorme resistencia a abandonar el sufrimiento neurótico.
Ahora bien, el psicoanálisis ha puesto sobre el tapete el valor fundante de las experiencias infantiles, siempre sexuales, prematuras y por ende traumáticas. Ferenczi situó en el origen del traumatismo infantil la confusión de lenguas entre los adultos y el niño. La lengua infantil de la ternura es confundida con la lengua de la pasión del adulto, quien toma al infante como su objeto sexual. Allí donde el Otro primordial no acude a la cita con su amparo, sus palabras, su reconocimiento y su amor, esa condición de objeto sexual coagula la subjetividad. El hombre ya no es lobo del hombre sino objeto del hombre. Cito nuevamente a Levi: “Es no humana la experiencia de quien ha vivido días en que el hombre ha sido una cosa para el hombre”(13).
Pero el campo de concentración nos confronta con otra evidencia. Es posible a cualquier altura de la vida, de cualquier sujeto, desampararlo de tal modo de reducirlo a una sombra de humanidad. Y la lógica concentracionaria no es exclusiva de los campos.
Las instituciones sociales, estudiadas en su microscopía libidinal por Freud, llevan en su seno el germen de la segregación, de la reducción de los sujetos a sus rasgos diferenciales. En este sentido el testamento freudiano es un discurso orientado por el deseo, lo propiamente humano, el trabajo del inconsciente.
Quizás sea preciso advertir contra cierto humanismo ingenuo, que calificaría a las atrocidades de los campos como inhumanas. Por cierto que el nazismo, como el stalinismo o los procesos militares en nuestros países latinoamericanos, han sido genuinos productos de la cultura de su tiempo y lugar históricos. Himmler y Goethe, Dostoievsky y Stalin, Gardel y Videla, como en el cambalache discepoliano, desfilan por la escena de la historia. La condición humana incluye estos fenómenos sociales de desencadenamiento de la pulsión de muerte.
Afirmaba Freud que los mayores sufrimientos del hombre provienen de la relación con sus semejantes. La vida social es la principal fuente de infortunio y malestar. Quienes trabajamos todos los días con ese sufrimiento bien sabemos la verdad de esta afirmación. Los numerosos testimonios de la clínica, insisten en subrayar la frecuencia con que los niños son víctimas de sus propios guardadores, cosas para los mayores, objetos sexuales que pueden ser usados según el capricho de un goce perverso.
Hier ist kein warum, aquí no hay ningún por qué, le dice el Kapo de la barraca a Primo Levi. ¿Qué decidió, por ejemplo, que esa niña haya sido escogida por sus padres para ser desterrada de su familia a los cinco años y enviada a vivir con su abuela, mientras su hermano menor permanecía en la casa paterna? ¿Por qué esa elección? ¿Por qué fue destinada al goce mortífero del cuerpo de su abuela, con quien compartía la cama en la que había sido velado su abuelo? No es de extrañar que esta mujer hoy de edad mediana, padezca severos accesos de angustia en cuanto se acuesta a dormir y reedite una y otra vez escenas de abandono por parte de sus parejas.
Precisamente allí es donde operamos nosotros. Alojando los por qué del sujeto, escuchando en esa pregunta el despliegue del deseo, reconociéndolo y acompañándolo. No es que tengamos las respuestas a esos por qué, si bien algunas intuimos. Ciframos nuestras esperanzas, fundadas no en meras ilusiones, sino en una práctica responsable, en que el sujeto no está delimitado por un alambrado electrificado que lo segrega del otro, sino que en su división constitutiva puede encontrar alojamiento en la frontera, en ese espacio transicional donde es posible el juego, el sueño elaborativo, el trabajo productivo, la escritura, todos ellos recursos para hacer frente a las experiencias traumáticas.
Pero ese espacio habitable y fronterizo, debe ser resguardado cada día, o a veces construido en el desarrollo de la cura, porque es altamente vulnerable ante la eficacia mortífera del sistema concentracionario.
Levi, Semprún o tantos otros nos indican un camino posible: la escritura. Nuestro trabajo como psicoanalistas tiene un innegable parentesco con la escritura. Nuestros pacientes vienen a consulta a narrar sus historias, aquello que no sabrían decir a nadie es puesto en juego en la transferencia. Y juntos escribimos. Escribimos, analista y analizante una historia de vida. Muchas veces esa escritura implica la reescritura de otras historias, historias oficiales, agujereadas por palabras silenciadas, jamás pronunciadas. A veces los salvados deben prestar su palabra a los hundidos, hablar en nombre de los náufragos “en su nombre, en su silencio, para devolverles la palabra”(14). Otras veces escribimos algo que jamás había sido inscripto en ningún lugar, y es preciso construir la superficie para escribir.
Para finalizar, la de analista no es una profesión confortable. Si nos instalamos cómodamente en nuestros sillones, es muy probable que estemos equivocando el rumbo en la conducción de las curas de nuestros analizantes. Sin pretender hacer de esto ninguna épica, lo cierto es que escuchar en soledad el padecimiento psíquico de la gente constituye una fuente de traumatismo a veces insidiosa, otras aguda. Esa es la razón que nos reúne en lugares como éste. La necesidad de transmitir a otros la experiencia analítica, de compartir con otros las incertidumbres que nos deja, de escribir nuestros trabajos e inscribirlos en la tarea colectiva de una comunidad, es uno de los modos de hacer frente a ese traumatismo. Ahora bien, los conjuntos de analistas no están a resguardo de los efectos concentracionarios. La segregación es una amenaza siempre presente en nuestro campo, amenaza de aplastamiento subjetivo, de eliminación de las diferencias y hasta de los diferentes. La historia del psicoanálisis ofrece suficientes pruebas de ello. Por eso ocasiones como ésta, de encontrarse con gentes de muy diversos orígenes, provenientes de lugares muy diferentes, hablando distintas lenguas, con experiencias clínicas variadas, son altamente propicias para cotejar nuestras ideas y fortalecer a nuestra ciencia como recurso decisivo en la tarea de mejorar la posición del sujeto.
1. Según la expresión de Giorgio Agamben
2. Cuyo parentesco fue suficientemente analizado por Marthe Rob[1] Cfr. el artículo de Ricardo Ileyassoff: Con la ayuda de Kafka (inédito), donde explicita el mecanismo que sostiene la sumisión al poder del Castillo: su indiferencia favorece la materialización de los fantasmas superyoicos de cada uno.
3. Si esto es un hombre, pág. 28
4. Ibíd.
5. La escritura o la vida
6. Si esto es un hombre, pág. 185
7. Aquel Domingo
8. Ibíd., pág. 149
9. Es en este sentido paradigmática su obra El sistema periódico.
10. Semprún, La escritura o la vida
11. Ibíd., pág, 25
12. Ibíd., pág. 180. El destacado es mío (C.G.)
13. La escritura o la vida, pág.154

Racismo desde el Psicoanalisis Laurent

http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/012/template.asp?arts/Alcances/El-racismo-2-0.html

domingo, 6 de abril de 2014

Intimidades públicas en Internet

 LAS TECNOLOGÍAS Y EL “EMPUJE A LA EXHIBICIÓN”

 Por Diana Sahovaler de Litvinoff *


Las tecnologías de la comunicación, más “el empuje a la exhibición”, replantean, advierte la autora, el límite entre lo público y lo privado y proponen la contradictoria noción de una “intimidad colectiva”. Sin embargo, “lo que se expone sin pudor es una fachada ideal de lo que cada cual quiere mostrar o le gustaría ser”.


miércoles, 26 de marzo de 2014

Subjetividad y Tecnociencia

                                                                    

She o Her... el amor y la tecnociencia  


         
                                       "Yo no se que hacer con este nene, una semana sin luz, sin televisión ni jueguitos del celular... ayer se me ocurrió contarle cuentos..."

   Sabemos que la ciencia a través de la tecnología, intenta seducir al Sujeto con sus objetos prefabricados. Son esos objetos que al ser introducida por la lógica del mercado, producen la ilusión de completud y la fantasía de saciedad de la falta que nos hace humanos. 
Escuchamos todo el tiempo esta demanda en el consultorio: "No se que le pasa a este chico, tiene de todo...le compramos de todo...", "Voy a cumplir 15 en unos meses, pedí que me regalen unas lolas..." La modificación del cuerpo con prótesis para ingresar al mercado de la serialidad, la fetichizacion de las mercancías, el poseer para "ser".

martes, 25 de marzo de 2014

SUBJETIVIDAD Y DISCURSOS



 Neoliberalismo y subjetividad







 Por Jorge Alemán *
I
El neoliberalismo no es sólo una ideología que defienda la retirada del Estado, su desmantelamiento a favor del mercado, o un dejar hacer a la “mano invisible” del capitalismo financiero. Tal como ya lo ha demostrado Michel Foucault, en “ el nacimiento de la biopolítica”, y actualmente Christian Laval y Pierre Dardot, el neoliberalismo, a diferencia del liberalismo clásico o el neoconservadurismo, es una construcción positiva, que se apropia no sólo del orden del Estado, sino que es un permanente productor de reglas institucionales, jurídicas y normativas, que dan forma a un nuevo tipo de “racionalidad” dominante.

domingo, 23 de marzo de 2014

24 de marzo, día de la Memoria

No perdí a nadie el 24 de Marzo...

Pequeña semblanza autobiográfica o los entramados de la historia individual y colectiva.

  El 24 de marzo de 1976, me encontraba viviendo una pubertad algodonada, en un barrio como tantos del Gran Buenos Aires. Mi padre era obrero, mi madre ama de casa, con ruleros, delantal y pastas caseras los domingos.

viernes, 21 de marzo de 2014

¿Que es un niño? Acerca de los avatares en la construcción de la subjetividad

En la primera entrevista a padres, pregunto: "Cuéntenme sobre Angel"... la respuesta fue: "El es un autista, hace todo lo que hacen los autistas..."  

  Cuando recibimos un niño, no solamente nos referimos al ser que se presenta encerrado en las fronteras de su cuerpo, sino que incluimos en dicho ser el lugar en el mundo que habita y que lo habita a través de discursos que se entretejen a su alrededor.Es fundamental comprender el espacio simbólico, que espera al ser que llega, armado mucho antes de nacer, y del que dependerá que el mismo se humanice.

martes, 18 de marzo de 2014

Esta asi por las drogas

"Esta así por las drogas"                         


Les presento aquí uno de mis primeros escritos como respuesta al encuentro con la clínica de adicciones
                                                                                                                                   
                                                                                                                                      Trabajo presentado en Jornadas SADA, Bs. As, 2007

  En una sociedad donde los sujetos se nominan como consumidores, y un Estado que se maneja con leyes del mercado, se presenta como dificultad recibir sujetos desarraigados de lo Simbólico que toman prestado un nombre que les es ajeno.
  Considero importante analizar dicha dificultad , ya que, aquellos que intentamos sostener una praxis operando desde la Ética psicoanalítica y no desde la moral del Amo, debemos realizar cada vez una lectura critica de nuestra posición. 
  Estas reflexiones se dirigen a pensar la categoría toxicómana como una forma de inserción en el discurso social, específicamente  el Discurso Capitalista, y especialmente en el caso de pacientes que se nominan a través del ser toxicómano intentando suplir , fallidamente, una metáfora paterna abolida.

viernes, 14 de marzo de 2014

PSICOCISNE: Estereotipos de Disney construccion de la subjetividad

PSICOCISNE: Estereotipos de Disney construccion de la subjetividad



http://www.sdpnoticias.com/estilo-de-vida/2014/03/06/no-mas-princesas-de-disney-checa-como-el-fotografo-jaime-moore-celebro-los-5-anos-de-su-hija
Revista Topia Las conductas de riesgo de los jóvenes* Por David Le Breton -
Publicado en Noviembre 2012
 La emergencia de nuevas conductas relacionadas con ponerse en riesgo, con exponerse uno a la adversidad, modifican la sociología de la juventud. (…) La noción de “crisis” relacionada con la adolescencia, traduce esencialmente el contraste entre las aspiraciones del joven y las posibilidades de realización ofrecidas por la sociedad donde vive. (…) Hoy en día, en efecto, la dificultad del pasaje hacia la edad adulta está acentuada por una competencia de lo indeciso sobre lo probable, que impide proyectar un porvenir previsible y feliz. Ya nadie sabe bien a dónde va, la sociedad tiende a transformarse en un sistema de competición generalizada, es corriente hablar de “reciclaje” permanente o explicar que, de ahora en adelante, para cada asalariado será necesario cambiar varias veces de trabajo en el curso de su existencia. Lo esencial es salir adelante lo mejor posible. Todos los medios son buenos a condición de no ser atrapado o salir del apuro. (…) La sed de autonomía está trabada por las dudas que atraviesan al joven en cuanto a sus capacidades para asumir la responsabilidad
Revista Topia
Acerca del "malestar sobrante" Por Silvia Bleichmar 
 Noviembre 1997

Hace ya años el pensamiento de Marcuse definió como "represión sobrante"( o "sobre-represión) los modos con los cuales la cultura coartaba las posibilidades de libertad no sólo como condición del ingreso de un sujeto a la cultura sino como cuota extra, innecesaria y efecto de modos injustos de dominación. Con el mismo espíritu podríamos definir hoy como "sobremalestar", o "malestar sobrante", la cuota que nos toca pagar, la cual no remite sólo a las renuncias pulsionales que posibilitan nuestra convivencia con otros seres humanos, sino que lleva a la resignación de aspectos sustanciales del ser mismo como efecto de circunstancias sobreagregadas. Y desde la perspectiva que nos compete deberemos señalar que El "malestar sobrante" no está dado, en nuestra sociedad actual, sólo por la dificultad de algunos a acceder a bienes de consumo, ni tampoco por el dolor que pueden sentir otros, más afortunados materialmente, pero en tanto sujetos éticamente comprometidos y provistos de un superyo atravesado por ciertos valores que aluden a la categoría general de "semejante", ante el hecho de disfrutar beneficios que se convierten en privilegios ante la carencia entorno. Las dificultades materiales, la imposibilidad de garantizar la seguridad futura, el incremento del anonimato y el cercenamiento de metas en general no alcanzan para definir, cada una en sí misma, este "malestar sobrante" -si bien cada una de ellas y con mayor razón todas juntas podrían ser motivo del mismo en numerosos seres humanos. El malestar sobrante está dado, básicamente, por el hecho de que la profunda mutación histórica sufrida en los últimos años deja a cada sujeto despojado de un proyecto trascendente que posibilite, de algún modo, avizorar modos de disminución del malestar reinante.

jueves, 13 de marzo de 2014

Pictogramas: caminos significantes

 Marcas psíquicas primordiales en la infancia Pictogramas del alma
Cada uno lleva en sí sus pictogramas, esos signos que, como en las rutas, indican por dónde se debe ir y qué maniobra está prohibida. De estos imperativos, habría dos que son primordiales, que se constituyen en la primera infancia y se redefinen en la adolescencia. Por Beatriz Janin *
 Una paciente de 17 años consulta porque no puede gozar en las relaciones sexuales. No siente nada. Teme ser frígida toda la vida. A la vez, tiene episodios en los que se niega a comer. A lo largo del análisis van apareciendo escenas de seducción por parte del padre cuando ella era muy pequeña. Situaciones en las que dormían juntos y él le acariciaba la cola. ¿Realidad o fantasía? ¿Recuerdo encubridor? Cuando relata la escena, rememora las sensaciones en su piel, la excitación que le provocaban. Ella era la preferida del padre.

viernes, 28 de febrero de 2014

Psicoanalisis e infancia: Eric Laurent

El psicoanálisis y la crisis del control de la infancia Eric Laurent 
El prestigioso psicoanalista francés Eric Laurent participó del IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica profesional en Psicología. Allí pronunció una conferencia en la cual trató el tema del fracaso del control de la infancia en la sociedad actual y el lugar que le cabe al Psicoanálisis en esta crisis. Se refirió al debate en torno al DSM-V y su creación de etiquetas, así como al autismo como una de las tres epidemias del siglo

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