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miércoles, 26 de marzo de 2014

Subjetividad y Tecnociencia

                                                                    

She o Her... el amor y la tecnociencia  


         
                                       "Yo no se que hacer con este nene, una semana sin luz, sin televisión ni jueguitos del celular... ayer se me ocurrió contarle cuentos..."

   Sabemos que la ciencia a través de la tecnología, intenta seducir al Sujeto con sus objetos prefabricados. Son esos objetos que al ser introducida por la lógica del mercado, producen la ilusión de completud y la fantasía de saciedad de la falta que nos hace humanos. 
Escuchamos todo el tiempo esta demanda en el consultorio: "No se que le pasa a este chico, tiene de todo...le compramos de todo...", "Voy a cumplir 15 en unos meses, pedí que me regalen unas lolas..." La modificación del cuerpo con prótesis para ingresar al mercado de la serialidad, la fetichizacion de las mercancías, el poseer para "ser".



  Andaba con estos interrogantes, cuando escucho  el argumento de una película que estaba  próxima a estrenarse  : un hombre enamorado de su computadora, y entonces me dispongo a  ver de que se trata. El encuentro con el titulo, causo mi primera sorpresa: Yo esperaba que la película  se llamara She (ella) sin embargo, se llama  Her, pronombre posesivo... entonces, seria: Un hombre se enamora de un objeto suyo, en este caso,  un sistema operativo.

https://www.youtube.com/watch?v=5Cw5rnFcZJA

   El argumento brevemente, (ya que no se trata aquí de realizar una critica cinematográfica),  trata de un hombre que se encuentra realizando el duelo de su separación (con una humana), y se recluye en su casa  a jugar con un niño ET virtual, al llegar de su trabajo donde escribe cartas para otros, a modo de un Cyrano postmoderno.  Ante la insatisfacción  la soledad y la frustración amorosa, decide comprar un sistema operativo, que se encuentra diseñado con los principios de la inteligencia artificial, y cuya máxima es "Satisfacer todas las necesidades del usuario...", siendo este, el punto de nuestro interés.
  Sabemos que el deseo, aquello que nos constituye como humanos, no tiene un objeto determinado, y que las sociedades construyen, a lo largo de la historia distintas representaciones que se brindan al deseo para atraparlo. Los objetos de deseo, sus representaciones entonces, son históricos, contextuados y dependen de las practicas y dispositivos de poder de cada época. Es en el capitalismo, y esto ya lo ha trabajado Marx, donde las representaciones de deseo se concentraran en el consumo de mercancías, nominando,  por desplazamiento,  a lo deseable como  aquello que puede ser comprado,  confundiendo deseo con objeto de mercado.
 ¿Qué sucede cuando como sujetos de este momento sociohistorico, intentamos aproximarnos al otro? ¿Cuál es la forma propuesta culturalmente para acceder a ellos? Los objetos de amor, los otros,  aparecen mediatizados: celulares, teléfonos, pantallas, redes que mas allá de  interponerse, enmarcan y  configuran el encuentro,  constituyéndose  en  parte del mismo: ojos, oídos, que comunican  identidades virtuales donde el cuerpo se desvanece  hasta el punto de hacer irrealizable las mas de las veces un encuentro satisfactorio en la realidad sin  producir un desencanto.  La misma tecnología se erotiza, queda teñida de deseo y se convierte en mediadora de lo vincular, cuando no en telaraña del deseo.
  La angustia, el encuentro con lo otro, con la falta, la muerte... temas que nos hacen humanos y nos relanzan como sujetos deseantes. La paradoja de una tecnología que crea otras formas de desear, haciendo la salvedad, que "satisfacer todas las necesidades del usuario", no se superpone con "satisfacer todos los deseos de un sujeto", de por si, imposible.

  https://www.youtube.com/watch?v=EotNv1Tsa_Q
  
  Lic. Silvia Pérez.

Otra lectura posible: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-242723-2014-03-27.html

  



 

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